¿Y si estuviéramos viendo la luz al final del túnel? Los mercados esperan ansiosamente la publicación esta tarde de los "stress tests" o "pruebas de resistencia" con lo que se podrá evaluar el estado de salud real de los bancos de la Unión Europea. Si salen del armario pocos cadáveres y las condiciones de estas pruebas se consideran convincentes servirá para acabar de convencer a los inversores.
Desde hace ya unos días, los mercados parecen haber dejado atrás el modo de "pánico" en el que se habían sumido los últimos seis meses y que les llevó a atacar la deuda soberana de los Estados del sur de la zona euro. Prueba de ello es la remontada rápida del euro, que ha borrado dos meses de bajada con respecto al dólar, al superar brevemente el viernes pasado los 1,30 dólares (desde entonces, oscila entre el 1,28 y 1,29, lejos del 1,19 de principios de junio). Ni siquiera ha logrado reavivar el fuego la evaluación a la baja de la nota soberana de Irlanda por parte de la agencia de calificación Moody’s el pasado martes, tras la de Portugal del 14 de julio.
Un cambio psicológico
El lunes, el New York Times expresaba su sorpresa en un largo artículo por "este cambio rápido en la psicología de los inversores". De hecho, éstos ya no huyen de la zona euro, sino todo lo contrario. Así, Grecia ha logrado volver a los mercados tomando prestados el 13 de julio 1.650 millones a un tipo sin duda elevado (4,65% a seis meses), aunque es apenas algo más que hace dos meses, cuando aún no había anunciado su plan de rigor.
España, que ha estado amenazada durante un tiempo por el contagio, también ha logrado emitir sin dificultad obligaciones del Estado en tres ocasiones en julio. Y se registra el mismo éxito en Portugal y en Italia. Por ello, el Banco Central Europeo (BCE) ha ralentizado considerablemente sus compras de deuda soberana, tras haber saldado más de 60.000 millones de obligaciones de Estado, un síntoma de que la situación se normaliza.
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