Episodios de los microconflictos o actos de resistencia sugeridos por Scott se han podido ver en los minoritarios sabotajes, secuestros de directivos, ocupaciones varias y la imaginación contestataria de grupos aislados franceses (los Desobedientes, los Desmontadores, el Clan del Neón...).
La respuesta de momento ganadora es la lealtad: los ciudadanos del mundo (especialmente los del Primero), confrontados con una súbita interrupción de la prosperidad y pérdida de riqueza, no han abandonado a pesar de todo al sistema, y esto no admite comparación con la reacción que siguió a la Depresión de 1929, con extendidos impulsos antisistémicos y desgarradoras "marchas del hambre" (Jarrow, Gran Bretaña, en 1936).
Los europeos de hoy no parecen buscar la salida del sistema de mercado y, para probarlo, han respaldado al mercado y a las fuerzas de la derecha conservadora, cuyo modelo económico nos precipitó en la crisis, en las citas electorales celebradas (europeas, alemanas, francesas, italianas y británicas), eso sí, con importantes niveles de abstención, indicación probable de desconcierto y desapego.
Todo parece indicar que la era neoliberal quizá ha creado mucha riqueza, desde luego también una enorme miseria, pero sobre todo, con la llegada de la crisis, ha dejado un saldo de sociedades civiles inertes y ciudadanos perplejos. (...)
Si esto se tiene que resolver mediante una reforma drástica del sistema de mercado, como quería Karl Polanyi, para ponerlo al servicio de la democracia y los ciudadanos (en un retorno a la "economía mixta" de la posguerra) o, como pensaba Paul Sweezy, deshaciéndonos por completo del capitalismo, está por ver. (...)Adicionalmente, los efectos de la crisis no van a poder ser contenidos ya mediante el recurso al déficit público. La élite global que sigue en los puestos de mando del planeta está imponiendo los tristemente famosos "planes de ajuste", no ya a los países de la periferia, sino a los del centro. Ambos datos sugieren que vamos a presenciar una lucha sin cuartel alrededor de tres asuntos cruciales:
- la transformación de la estructura de poder del sistema mundial para sancionar el declive del eje occidental que ha dominado el mundo;
- la reforma drástica del capitalismo (el dilema Polanyi-Sweezy);
- y la reconfiguración política, social y económica del mundo para hacer frente con urgencia a los "límites al crecimiento" (Meadows) de manera que la especie humana no vea comprometida su presencia en el planeta. El pronóstico de Beck podría ahora hacerse realidad. (...)
Conclusiones.
Una, que la resolución de la actual crisis económica deberá resolver también la crisis de sostenibilidad del sistema mundial, incluida la crisis de hegemonía que antiguamente se expresaba en la hoy obsoleta distinción entre tres mundos.
Dos, que la transformación exigida es de tal magnitud e implica a intereses tan poderosos que es ilusorio pensar que, a pesar de la gravedad de la situación, pueda efectuarse consensuadamente.
Tres, que el nuevo conflicto social deja una situación histórica por delante completamente abierta: ni mucho menos está garantizada una salida progresiva de la crisis.
Y cuatro, que si esta no se produce, son las formas civilizadas de vida las que peligrarán.
Apenas se divisan las fuerzas que podrían parar el golpe. " (SALVADOR AGUILAR: Ciudadanos bajo la carpa de un circo: perplejos. El País, ed. Galicia, opinión, 07/07/2010, p. 27)
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