Suena implausible, pero esto no es ficción. Este relato fue publicado en el periódico The Observer en diciembre de 2009, cuando el jefe de la Oficina sobre drogas y crimen de las Naciones Unidas (Office on Drugs and Crime) admitió que enormes cantidades de dinero provenientes del narcotráfico habían mantenido a flote al sistema financiero cuando éste parecía colapsar en cualquier momento.
La historia apareció mucho después de que Le Carré hubiera terminado Our Kind of Traitor, pero confirmó todo lo que la novela estaba revelando: que una considerable porción de la economía mundial, una quinta parte según algunas estimaciones, está conformada por los frutos del crimen organizado; que los criminales que se encuentran detrás del dinero han hallado cientos de maneras ingeniosas de ocultar sus orígenes –y aquellos que podríamos esperar que resistiesen esta trayectoria, incluyendo a bancos reputados y políticos electos, por el contrario ayudan a allanar su camino desde la economía sumergida hacia la economía en blanco.
El problema es de tal magnitud, que a veces la gente no lo ve. ¡Nadie lo captó! dijo un todavía incrédulo Le Carré sobre este comunicado de la ONU cuando nos reunimos en su casa de Hampstead. “No hago teorías conspirativas, pero realmente tuve la sensación de que había sido ocultado”. Él ve demasiadas preguntas sin respuesta, comenzando por cómo fue que 352 mil millones de dólares han pasado a la economía legítima. “¿Qué botones aprietas, a quién llamas? ¿Con quién buscas acordar?”. ¿Alguien del gobierno hizo un guiño a los grandes sinvergüenzas, diciéndoles que ya no tendrían que mantener su dinero en efectivo, digamos, en las Islas Caimán, sino que ahora podrían comprar bonos del estado? ¿Si alguien lo hizo, quién fue y con qué autoridad? (...)
La magnitud es enorme. La Agencia del Crimen Organizado (SOCA, Serious Organised Crime Agency) afirma que los ingresos del crimen organizado en el Reino Unido ascienden a 15 mil millones de libras, y admite que ese dato posiblemente esté subestimado. Si a eso agregamos los ingresos provenientes de Rusia, India y otros, los números alcanzan la estratosfera.(...)Triste, pero él incluye a Londres en esa lista de paraísos seguros, atractivos lugares para quienes quieran lavar fortunas ilícitas. Desde que Gordon Brown estableció su centro en Londres, dejando atrás Nueva York como capital financiera mundial, sostiene Glenny, el resultado inevitable fue el debilitamiento de las regulaciones, un régimen permisivo para la entrada de las grandes fortunas, acuerdos legales para personas que no residen permanentemente en el país [non-dom] y una entera arquitectura legal amigable a los mega ricos. (...)
Esto no significa que las autoridades no hagan nada. La Agencia del Crimen Organizado se vanagloria de rechazar activos criminales por 317 millones de libras en el pasado año: pero las palabras “gota” y “océano” acuden a la mente [N. de la T.: se refiere al refrán “a drop in the ocean”, una gota en el océano]. (...)
¿Qué es lo que explicaría la ceguera institucional hacia estas enormes y sucias fortunas? La influencia política. Los oligarcas rusos, por ejemplo, no se han tomado respiro en su cultivo de amigos políticos, sin reparar en gastos. Le Carré especula que hay un cuerpo sustancial de pares sentados en la Cámara de los Lores “cantando para el coro ruso”. (...)
Pero hay algo más que puede hacerse. Los Estados Unidos han sido un buen ejemplo, respecto de cualquier transacción hecha en dólares dentro de su jurisdicción (razón por la cual las autoridades estadounidenses están persiguiendo el episodio Saudita/BAE mucho después de que los investigadores de la Agencia Anti Fraude -Serious Fraud Office- lo abandonaran en Gran Bretaña).
[N. de la T. El mencionado episodio involucra a la fábrica de armas británica BAE Systems, que según una investigación de la BBC de 2006, entregó más de dos mil millones de dólares en sobornos al jefe de seguridad nacional de Arabia Saudita, también ex embajador en Washington, durante 22 años]. Los gobiernos tendrían que encontrar la voluntad política para atrapar a los grandes villanos, no sólo a los pequeños. Terminar con el régimen non-dom ayudaría también." (...)
Pero hay algo más que puede hacerse. Los Estados Unidos han sido un buen ejemplo, respecto de cualquier transacción hecha en dólares dentro de su jurisdicción (razón por la cual las autoridades estadounidenses están persiguiendo el episodio Saudita/BAE mucho después de que los investigadores de la Agencia Anti Fraude -Serious Fraud Office- lo abandonaran en Gran Bretaña). [N. de la T.
El mencionado episodio involucra a la fábrica de armas británica BAE Systems, que según una investigación de la BBC de 2006, entregó más de dos mil millones de dólares en sobornos al jefe de seguridad nacional de Arabia Saudita, también ex embajador en Washington, durante 22 años]. Los gobiernos tendrían que encontrar la voluntad política para atrapar a los grandes villanos, no sólo a los pequeños. Terminar con el régimen non-dom ayudaría también." (Sin Permiso, 03/10/2010, citando a 'Una economía que se mantiene a flote por el dinero en efectivo de la mafia: no es sólo un argumento para las novelas de Le Carré', de Jonathan Freedland)
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