"En realidad, los fallos en la predicción fueron muchos, tales como que se había olvidado algo que había sucedido en crisis anteriores: la euforia financiera y especulativa que preside los momentos anteriores a cuando se produce el crack.
Si los economistas de estas instituciones, en lugar de pasarse el día con los datos a vueltas, hubieran leído más a autores como Galbraith, seguramente no se hubieran cometido tantos errores.
Porque fallaron además las agencias de calificación, organizaciones nefastas que tendrían que desaparecer, así como las auditoras, y los bancos centrales.
Demasiados errores que ponen de manifiesto que lo que fallaba era todo un sistema financiero y de control y un sistema capitalista que abandonó los principios keynesianos para adentrarse en el camino de teorías económicas neoliberales que habían sido ya rebatidas por la historia.
Las autocríticas deberían servir para cambiar, pero nada de ello está sucediendo. Se han publicado numerosos libros sobre las causas de la Gran Recesión, y aunque con diferencias entre sí, hay una corriente que pone de manifiesto que la responsabilidad viene sobre todo del sistema financiero y de los procesos de desregulación que condujeron a la idea de que los mercados eran eficientes." (Madrid attac, 17/02/2011, citando a Carlos Berzosa: Esperando a Keynes, que no ha venido (y ya ni se le espera)
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