Tras los múltiples desafueros y errores cometidos, es difícil exigir que estas entidades continúen en el sector público. Se ha proporcionado una excusa perfecta a todos aquellos que llevaban tiempo reclamando que este apetitoso bocado cayese en manos privadas.
Las cajas catalanas, sin embargo, continuarán siendo de la Generalitat gracias a que, una vez más, se produce el chantaje nacionalista que condiciona su voto a ello, y a que no se pidan responsabilidades a los gestores culpables de que algunas de estas instituciones hayan terminado en la ruina.
Las cajas de ahorro, en realidad, nunca han estado nacionalizadas ni han gozado, por tanto, de los mecanismos de control y de las garantías procedimentales que afectan a las entidades públicas estatales. Las cajas de ahorro han acampado en tierra de nadie. No eran privadas, pero tampoco se puede afirmar que en sentido estricto fuesen públicas.
Contra toda razón, su control se dispersó entre Corporaciones Locales y Autonomías, entregando a estas últimas su tutela. La contradicción es evidente, en un mundo globalizado, la gran mayoría de las cajas prestan servicios en casi todo el territorio nacional y, desde luego, más allá del ámbito geográfico y de los intereses de una Comunidad Autónoma y, sin embargo, la gestión se condiciona a la conveniencia y proyectos muchas veces ilusorios de una Autonomía.
Carece de sentido que entidades financieras como La Caixa o Caja Madrid, con implantación en toda España, se rijan por los intereses singulares de una Comunidad Autónoma, lo que no implica que su propiedad y control tengan que pasar a manos privadas, tanto más cuanto que muchas de ellas se van a sanear con dinero del Estado." (Attac España, 08/03/2011, citando a Juan Francisco Martín Seco: Las Cajas de Ahorro y las Autonomías)
No hay comentarios:
Publicar un comentario