Pero antes ya habían surgido muestras de descontento profundo, y no se referían a la vivienda.
En junio, las redes sociales sirvieron para movilizar a decenas de miles de personas en una campaña de boicoteo al requesón, uno de los productos básicos en la alimentación israelí.
Su precio había aumentado entre el 45% y el 75% en un año, encareciendo de forma sustancial una cesta de la compra que en términos globales había subido el 3,7% desde enero.
El Gobierno se mostró irónico durante los primeros días de la protesta del requesón. Luego, cuando comprobó la indignación general, empujó a los fabricantes, ya espantados por la caída de las ventas, a reducir de forma drástica los precios.
El requesón es un buen ejemplo de los problemas de una economía, la israelí, potente en conjunto pero cada vez más desigual y afligida por serias distorsiones.
Solo hay tres empresas lácteas en Israel, con una hegemónica, Tnuva; el sector está absolutamente protegido (no hay importaciones), y en 2010, siguiendo la política de liberalizaciones, se eliminaron los topes de precios que establecía en Gobierno para los productos lácteos. La consecuencia fue un alza brutal de los mismos y de los beneficios empresariales en la economía." (El País, ed. Galicia, 04/09/2011, p. 2/3)
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