"Los países emergentes estudian cómo ayudar a Europa a superar la crisis.
La gravedad de la crisis europea preocupa a los países emergentes. Al
contrario que en décadas anteriores, cuando episodios de inestabilidad
en las economías menos desarrolladas extendían su contagio a las
avanzadas y requerían del rescate a través de los organismos
multilaterales, ahora son los pujantes países emergentes los que temen
la onda expansiva de los males que aquejan a los países ricos.
China,
con sus enormes reservas internacionales, se ha convertido en objeto de
deseo para los Gobiernos de países con problemas como Grecia, Portugal,
España o, ahora, Italia. Mientras, el ministro de Economía brasileño,
Guido Mantega, anunció ayer que Brasil, junto con los otros tres países
que representan las economías más sólidas de los países emergentes y que
forman el grupo de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), están
dispuestos a ayudar a Europa a salir de la crisis económica que la
atenaza. (...)
Si para los endeudados Gobiernos europeos China es una fuente atractiva
de financiación, para algunos críticos representa un riesgo potencial a
largo plazo. Sospechan que las inversiones chinas, que forman parten de
una estrategia global del Gobierno liderada por las potentes compañías
públicas, están destinadas también a influir en los países donde
aterrizan. (...)
Según algunos analistas, Brasil, la octava economía mundial, siente un
cierto orgullo de poder ofrecer ayuda a una Europa, cuya riqueza y
bienestar siempre habían envidiado, pero sobre todo se preocupa de que
la crisis no acabe afectando también a China, hoy uno de los países que
más importa de Brasil y que sin dichas importaciones se encontraría
envuelto también en los efectos de la crisis europea.
Para los BRIC,
ayudar en este momento a Europa no es solo un acto de generosidad, sino
también un imperativo ante el temor de que la crisis pueda alcanzarles
con mayor o menor fuerza." (El País, ed. Galicia, 14/09/2011, p. 19)
"Europa, al borde del precipicio sin dirección política; EE UU, limitado a
advertir del riesgo del contagio occidental, y China, ya no el peligro
amarillo, sino el caballero blanco que ofrece salvación. El tablero
volteado y el mundo al revés.
El G-2, el condominio Washington-Pekín, no
funciona. El G-20 tampoco. Un G-cero aumentaría el caos. China
no está aún dispuesta a asumir responsabilidades globales, antes debe
despejar sus desequilibrios internos. Lo que le sobra es tiempo. Pekín
necesita sumar a Europa en un G-3 que compense a la todavía
superpotencia dominante.
China ha triplicado su compromiso financiero
con Europa desde 2008, exporta más a nuestro continente que a EE UU,
necesita la tecnología europea y un euro fuerte contrapeso al dólar como
moneda dominante. China anuncia que sus fondos soberanos acudirán al
rescate de las deudas europeas.
Con un precio: el reconocimiento por
Europa de la segunda economía mundial como economía de mercado, lo que
reduciría barreras comerciales y facilitaría su inversión directa en el
Viejo Continente.
Las dictaduras cayendo en Oriente Próximo, las
democracias fallando y el capitalismo de Estado chino al rescate. Los
papeles cambiados." (FRANCISCO G. BASTERRA: China necesita a Europa. El País, ed. Galicia, 17/09/2011, p. 8)
"El primer ministro chino, Wen Jibao, hizo recientemente un resumen
preliminar de las condiciones que los países de la zona euro y Estados
Unidos tendrían que cumplir para que su país, y el resto de los BRIC,
acudieran al rescate de lo que siguen llamando Occidente, estableciendo,
así, la intersección que faltaba entre el declive del imperio americano
y la emergencia de China.
A partir de la crisis de la deuda, ambos
procesos han dejado de llevar vidas paralelas y se ha establecido entre
ellos una férrea relación de causalidad en la que más poder para China
implica menos poder para Estados Unidos y, por descontado, para Europa.
Wen Jibao colocó sus demandas a europeos y norteamericanos bajo la
rúbrica general de "poner la casa en orden", una metáfora que, después,
concretó en cuatro puntos, "llevar a cabo políticas monetarias
responsables y efectivas, manejar de forma adecuada los problemas de
deuda, garantizar la seguridad y la operación estable de las inversiones
en el mercado y mantener la confianza de los inversores en todo el
mundo".
La importancia de estas condiciones no radica en su contenido,
una lista de enunciados que, como los de otro personaje de Proust, el
diplomático Norpois, "carecen de réplica porque carecen de realidad".
Es
otra cosa lo que revelan, previa y más significativa que el contenido:
la recién adquirida capacidad de China y, por extensión, del resto de
los BRIC, para imponer condiciones a quienes detentaban hasta este
momento el imperio del mundo, la facultad de conducir la historia." (El País, ed. Galicia, 19/09/2011, p. 33)
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