"Obama heredó un país tan desmoralizado que su discurso de toma de
posesión aludió a George Washington en Valley Forge, al hablar de "este
invierno nuestro, lleno de dificultades".
Guerras sin dinero para
pagarlas, déficits en la oferta, crisis inmobiliaria y crisis bancaria,
ambas posibles gracias a una orgía de permisividad reguladora: ese fue
el legado que recibió.
En nuestra cultura política, si uno hereda un
problema y no lo arregla, el problema se vuelve suyo. Por eso, en algún
momento, la gente empezó a hablar de que Irak y Afganistán eran "las
guerras de Obama" y la recesión era "la economía de Obama".
Dada
la carga estructural que Bush dejó a su sucesor, lo de menos es que esa
opinión sea justa o no, es que la memoria es corta. Pero a eso se llama
rendir cuentas en nuestro sistema.
Y los republicanos se han mostrado
muy eficientes a la hora de reetiquetar todos los fallos del Gobierno de
Bush como fallos del actual presidente. Por consiguiente, la verdad
histórica ya no es refugio para la presidencia de Obama.(...)
En medio del griterío no se tiene en cuenta que Obama ha conseguido
salvar a un país que estaba al borde de la depresión; firmó una ley de
reforma sanitaria que aumenta la cobertura, mantiene la capacidad de
elección y crea un mecanismo para controlar los costes; orquestó una
reforma muy estricta del sistema de regulación financiera; y autorizó la
peligrosa misión que acabó con Osama bin Laden.
Para sentirse
desilusionado, antes hay que haber tenido ilusiones. Algunos de esos que
proyectaron sus intereses en los eslóganes y símbolos de la campaña de
Obama estaban siendo unos ilusos, movidos por la retórica del cambio del
candidato.
Cualquiera que hubiera prestado atención cuando Obama ayudó a
Bush a aprobar el rescate bancario de 2008 debería haber comprendido
que, bajo los florilegios retóricos, Obama siempre ha sido un
pragmático, precavido, frío y ducho en el arte de lo posible. (...)
No solo es que no reivindique sus éxitos. Es que, en cierto sentido, no
se ha definido. Es uno de nuestros presidentes más difíciles de
comprender; no tiene raíces profundas en ningún lugar ni ningún
movimiento. La biografía de David Remnick dice que Obama se
metamorfosea.
Entre los extremistas, eso le hace vulnerable a las
difamaciones: es un socialista, un impostor extranjero, un yihadista, un
seguidor de la teología de la liberación negra. Entre un público menos
paranoico, da una imagen distante o ambivalente." (BILL KELLER: Cómo llenar los huecos. El País, ed. Galicia, 21/09/2011, p. 4)
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