"Al mismo tiempo, los famosos y denostados mercados han
descubierto la mejor forma de arruinar un país, en medio de la pasividad
de sus vecinos y socios: con los tipos de interés que aplican a la
deuda soberana.
El mecanismo es endiabladamente sencillo: se elige una
nación que haya gastado mucho o tenga cuentas dudosas, ni siquiera es
preciso que tenga una deuda tan abultada como Italia; se lanza una
información que diga que ese país tiene dificultades para pagar; se
insta a una agencia de rating tipo Standard & Poors o cualquier otra
a que rebaje la calificación del país, cosa que suelen hacer motu
propio, y ya está: la prima de riesgo se pone por las nubes, y los
intereses a pagar por la deuda pueden superar el 10 % anual.
Grecia lo ha superado hace tiempo, Portugal se
aproxima peligrosamente, Italia puede alcanzarlo, y España ya está cerca
del 6 %. Lo que sigue a continuación lo imaginan muy bien quienes han
firmado una hipoteca.
Como tengan que pagar el dinero prestado con
intereses como los de Grecia, o encuentran una mina de oro, o les suben
descaradamente el sueldo, o los desahucian. Lo más probable suele ser el
desahucio.
El escenario que queda después es el siguiente: los necesitados de ese país, más necesitados todavía, y los potentados que compraron deuda, forrados, porque no hay actividad económica que proporcione más beneficios.
Y así, de esta forma tan sencilla, se esquilma una nación. Es el robo mejor organizado que conozco. Y se practica con la más exquisita impunidad." (Fernando Ónega: cómo hundir bien hundido a un país, La Voz de Galicia, opinión, 13/09/2011)
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