"«Tengo la sensación de estar frente a una olla a presión a punto de
estallar». La frase la pronunció ayer un operador. Y la olla a presión
no es otra que España. De nuevo en el ojo del huracán. Robándole el
protagonismo a Grecia. Y ya es decir
Europa mira hacia España con preocupación, por momentos
aterrada. Nos hemos convertido en su principal quebradero de cabeza. Y
el zarpazo que ayer nos asestaron los mercados no es sino el fruto de
esa desazón.
Los analistas llevaban tiempo advirtiéndolo: una
parte importante del sistema financiero español tiene los pies de barro,
los cimientos carcomidos por la orgía inmobiliaria a la que durante
años, una década entera, se entregaron algunas entidades, bajo la atenta
mirada del que se suponía el supervisor más implacable del planeta.
Bankia, sepultada ahora en un mar de ladrillos, les ha dado la razón. Y lo que es más preocupante, ya hay voces (la del Financial Times
es una de ellas) que apuntan que este episodio supone un piedra en el
zapato de la credibilidad del Ejecutivo de Rajoy, que apenas tres meses
después de alumbrar su primera reforma financiera -que se presumía
definitiva- ya cocina otra a marchas forzadas, desbordado por las
circunstancias.
Pero aún hay más. No son pocos los que
piensan que el rescate de la entidad y la sustitución de su cúpula
directiva no serán suficientes para restaurar la confianza en el sistema
bancario español. «Hasta que no se detalle de forma creíble cómo se van
a sanear los balances de la totalidad del sistema financiero, no habrá
tranquilidad», resumía ayer un analista." (La Voz de Galicia, 10/05/2012)
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