"Entre los muchos problemas que la crisis financiera generó entre 2007 y
2012, hay uno que ha pasado casi desapercibido: la pérdida de riqueza
colectiva que ha supuesto la quiebra de algunas cajas de ahorros (...)
Al contrario de lo que suele decirse, los principales responsables no
han sido los políticos, con cuya presencia en las asambleas generales,
consejos de administración y comisiones de control de las cajas se hacía
material y tangible la participación de municipios y comunidades
autónomas en los órganos de gobierno de las cajas. (...)
Y es que aunque los políticos hayan tenido algo que ver en ese reparto
de responsabilidades por el desastre de las cajas de ahorros, y por
mucho que parezca banal recordarlo, los principales causantes de ese
desastre han sido los gestores, esto es, los directores generales y
presidentes con poder ejecutivo de las cajas.
Si bien hay una tendencia general a atribuir el fracaso al “mangoneo”
de los políticos, eso forma parte de su mala prensa, pero que en este
caso les enaltece puesto que les atribuye una capacidad que no tienen:
la de saber cómo quebrar una institución financiera. Hasta para eso hay
que saber cómo hacerlo.
Y eso solo lo sabe bien un profesional: una caja
o un banco no se hunde debido a las influencias políticas para hacer un
aeropuerto sin pasajeros aquí o un polideportivo sin deportistas allá.
Quiebra por culpa de una política equivocada, consistente y a gran
escala, en la concesión de préstamos. Es decir, una política fallida de
captación de depósitos de clientes y equivocada en la concesión de
préstamos.
Hubo cajas de ahorros que, en los tiempos de la burbuja inmobiliaria,
crecían cada año un 1% en recursos de clientes y un 35% en la concesión
de créditos. ¿De dónde salía la diferencia? Pues o bien de dinero
ocioso que previamente se colocaba en el mercado interbancario o bien,
cuando esos recursos ya no estaban disponibles, con la medida de tomar
prestado en el mercado interbancario; titulizaciones hipotecarias;
pagarés...
Los políticos, en general, fueron el coro de palmeros que acompañó a
las decisiones equivocadas. O que impulsó alguno de los errores más
llamativos: aeropuertos sin viajeros o parques temáticos sin visitantes.(...)
Pues bien, sin ánimo de alcanzar un nivel de precisión que aquí no
tendría mucho sentido, todo esto lleva a la conclusión de que las
pérdidas de riqueza comunal rondarán hasta el momento los 30.000
millones.
Dado que la morosidad y las pérdidas por los préstamos impagados va
en aumento, es fácil concluir que, con otra recesión a la vista y las
dificultades por las que seguirá pasando el sector inmobiliario, la
pérdida de riqueza ascenderá a otros 30.000 millones de euros.
Si se
toman esos 60.000 millones como referencia, para cuando termine el
proceso se habrá malogrado el 50% del patrimonio neto que, según el
Banco de España, tenían las cajas al comenzar la crisis. (...)
¿Podrá recuperarse? Muy probablemente, no." (El País, domingo, 18/03/2012)
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