"Al menos 15.000 millones se han evaporado de las cuentas para políticas sociales. ¿Es solo crisis o también ideología?
Esa casa común es el Estado de bienestar español, la principal
herramienta para la igualdad de oportunidades y la cohesión social.
Ahora padece el mayor hachazo de su corta historia.
Al menos 14.885
millones de euros, equivalente al 1,5% del PIB, se han evaporado de las
cuentas de las Administraciones central y autonómicas desde 2010 —y eso
sin contar los presupuestos autonómicos de 2013 en sanidad, ni el
recorte total en servicios sociales— según la estimación elaborada por
EL PAÍS. (...)
Es la crisis, sí, pero también la ideología, coinciden varios
expertos que ven de trasfondo la batalla entre el modelo tradicional
europeo de bienestar y el neoliberal.
Es el déficit público y el ahorro obligado para contenerlo, justifica
el Gobierno, más afanado en cortar la hemorragia que en estudiar sus
consecuencias. Ha apostado más por reducir el gasto, según algunos
expertos, que por aumentar los ingresos, lo que reduce el peso del
Estado. (...)
La sanidad, con 7.395 millones de euros menos desde 2010 ha sufrido el
mayor tajo. Le sigue la educación: 6.401 millones menos —incluido el
presupuesto total del año que viene—. (...)
“Si se necesita cortar, hay que hacerlo, el problema está en por
dónde se corta”, afirma uno de los grandes estudiosos a nivel global del
Estado de bienestar, el danés Gosta Esping-Andersen. Y en ese terreno
España, con una situación “brutal”, suspende. “Es preocupante la falta
de una estrategia de prioridades. Me da la impresión de que los recortes
se hacen a ciegas, sin pensar en las consecuencias a medio plazo”,
advierte el analista nórdico, profesor en la Universidad Pompeu Fabra.
“No ha habido tiempo para reflexionar. Los objetivos de déficit marcados
por la UE han obligado a tomar medidas rápidas”, admite el director
general del Imserso, César Antón, experto del PP en bienestar social.
“En Escandinavia, lo último que se tocaría es la educación infantil y
primaria. No se ve como un gasto, sino como una inversión. En España es
al contrario: es un área con un recorte brutal que pagan los niños con
dificultades en términos de igualdad de oportunidades”, puntualiza el
experto nórdico, profesor de la Universidad Pompeu Fabra.
Abundan los
botones de muestra: el Gobierno ha frenado en seco la financiación para
las nuevas escuelas infantiles y va a cancelar los planes contra el
abandono escolar o las clases de refuerzo. A estos recortes se suman
otros mucho más relevantes, los de las comunidades autónomas.
Los
tijeretazos afectan a todo el entramado: menos profesores y más alumnos,
ayudas de libros o de comedor en picado, tasas universitarias
encarecidas hasta en 500 euros.
“En todos los niveles educativos, la igualdad de oportunidades se está
desmantelando con el apoyo a la enseñanza concertada como hilo
conductor. El ministro [de Educación, José Ignacio] Wert, se ha plegado a
los planteamientos de la Iglesia. Se aumentan las tasas y se liquidan
los recursos en la educación básica”, asegura Juan José González
Rodríguez, profesor de la UNED experto en Estado de bienestar.
“Los
recortes se cargan la calidad de la enseñanza pública y con esa excusa
se favorecen los conciertos privados”, añade Manuel de la Rocha Vázquez,
del colectivo progresista Economistas frente a la crisis. (...)
Es la educación, sí, pero también es la sanidad.“Los recortes del
gasto público en salud trasladan servicios al sector privado. El riesgo a
medio plazo es un deterioro del servicio público y un reforzamiento del
dualismo del sistema, con un éxodo de las clases pudientes a la sanidad
privada”, advierte Esping-Andersen. Y una estigmatización creciente de
lo público, añade González Rodríguez.
“En sanidad, se introducen
mecanismos de mercado para abrir paso al sector privado con el argumento
de que la sanidad pública es menos eficiente, lo que no está probado.
Hay que hacer mejoras en su eficiencia, pero no es necesario
privatizarla”, plantea De la Rocha.
Los recortes también cercenan derechos, incrementan los pagos —los
jubilados han perdido la gratuidad de los medicamentos y ha subido el
copago— y se acaba con la universalidad de la atención: desde mediados
de este año el derecho a la sanidad pública está vinculado a la
condición de cotizante o beneficiario de la Seguridad Social.
“Es
bastante preocupante este recorte que afecta sobre todo a los
inmigrantes no documentados. Supone un ahorro absurdo, pero tiene un
impacto potencial muy fuerte. Torpedear esto es torpedear uno de los
mejores elementos de protección social en España: la universalidad de un
sistema sanitario eficiente, de coste limitado y calidad muy alta que
incluso era modelo para Escandinavia”, añade Esping-Andersen.
A los tajos en los tres pilares clásicos del Estado de bienestar se
suman los que padece el cuarto, los servicios sociales, con la ley de
dependencia implantada hace apenas un lustro y a la que se han recortado
al menos 1.089 millones, según el cómputo de EL PAÍS.
Se ha rebajado la
prestación a las familias, eliminado la cotización a la Seguridad
Social de las cuidadoras familiares y la atención no cubre la demanda:
773.000 personas reciben prestación y 233.000 con derecho a ella la
esperan.
El cambio de paradigma está a la vuelta de la esquina. “Vamos hacia un modelo de una mayor desigualdad, gestionado por un Estado asistencial que sobrecarga a la familia y que hace al individuo responsable último de los riesgos de su existencia”, advierte Gregorio Rodríguez Cabrero, catedrático de la Universidad de Alcalá. Está convencido de que los recortes pueden causar un deterioro “irreversible” de los servicios. (...)
Como otros, Navarro niega el argumento recurrente para los recortes,
eso de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
"Son eufemismos que enmascaran la realidad, eslóganes que forman
parte del éxito ideológico neoliberal”, asegura Rodríguez Cabrero. “No
es creíble que no podemos sostener un Estado de bienestar que está
claramente subfinanciado. Estamos a la cola de la Europa social”, añade
Navarro. Tira de números: “España se gasta mucho menos de lo que debería
y podría. El PIB per cápita ya es el 94% del promedio de los países de
la UE-15, el grupo de los más ricos. En cambio, el gasto público social
por habitante es solo el 72% del promedio”.

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