"El gobierno está estudiando autorizar desgravaciones fiscales por
pérdidas en el juego y es de esperar que en poco tiempo se aprueben las
disposiciones al respecto. Se trata de una medida valiente y coherente.
Valiente, porque se necesita mucho valor para dar dinero público –y eso
es desgravar, como lo es a los jugadores de azar cuando se están
realizando importantes recortes en todos los ámbitos sociales.
Coherente, porque, como veremos, se atiene estrictamente al modelo de
sociedad propuesto por el gobierno.
Hay que ser realista. El intento
histórico de acercarnos a los países industrializados debe darse por
fracasado dentro de este modelo. Disponemos de trabajadores, técnicos y
profesionales comparables a los de los países de nuestro entorno, pero, a
pesar de los bajos salarios y reformas laborales, no podemos avanzar
por la incompetencia y egoísmo de los diazferranes y banqueros que
forman el tejido empresarial y financiero. Y sobre éstos no se va a
actuar porque son los que mandan. De momento se está fomentando para los
desempleados la expectativa de la emigración (...)
Podría entonces pensarse en asociarnos con otros PNE (países no
emergentes) de nivel de corrupción similar, pero esta tarea, como puede
verse por los intentos realizados hasta ahora, no está exenta de
dificultades. Parece más sencillo enviar a la gente a que emprenda, es
decir, a que se busque la vida, pero no deja de ser una solución parcial
y peligrosa.
Modelos realizados por expertos muestran que, al llegar al
30% de la población activa formado por emprendedores, comerciales y
empleados de compañías de seguridad, se alcanza un punto de colapso
irreversible por falta de trabajo útil que alimente la reproducción
social.
Así, pues, la alternativa más razonable es aceptar el
papel que se nos ha asignado en el IV Reich (y que, por más que se diga,
no es el de puta barata, sino que es bien honorable por la vocación de
servicio que implica y además está al alcance intelectual de nuestros
empresarios y políticos de la mayoría) y actuar en consecuencia con
decisión.
Tenemos una base firme en los servicios turísticos y, aunque
queden aún algunos trozos de costa sin rentabilizar, se está en camino
de la explotación al 100% del sector con la nueva legislación de costas.
El interior está más descuidado, ni siquiera se ha privatizado el Museo
del Prado, pero se va a dar un paso de gigante con el complejo
Eurovegas, que podrá venir seguido de la recuperación del plan de los
Monegros y de alguna de las iniciativas del señor Mas. El juego será el
segundo pilar de la reconstrucción de la España postimperial.
Por
ello hay que premiar a los que hacen circular el dinero por tapetes
verdes y máquinas tragaperras. Además la reordenación debe tener un
sentido integral y así se está fomentando con la concesión, como
servicio público que son, de las licencias de los canales de TDT a
emprendedores de actividades sociales útiles como el tarot y diversos
tipo de juegos y adivinanzas que, además de ilustrar, crean riqueza y
empleo en vez de dárselas a los perroflautas proetarras de las
televisiones sociales donde no circula un duro.
Pero no basta con
promover con generosidad las actividades útiles, hay también que
impedir las que son nocivas. En España se juega todavía a la brisca, al
tute o al mus sin que se produzca más beneficio que despachar algún café
en los pocos sitios que aún no son franquicias.
Con ello, no sólo no se
produce riqueza y empleo, sino que además se crea el falso espejismo
antipatriótico de que la gente puede pasárselo bien sin gastar y sin
crear empleo. Debe estudiarse en serio la prohibición de estas
actividades deletéreas en privado y la imposición de cánones cuando se
realicen en público.
Y, para más inri y pérdida de eficiencia,
estas actividades improductivas las realizan en muchos casos jubilados,
prejubilados, pensionistas..., gente que vive del erario público sin
devolver ninguna contribución. El dinero que les aporta el Estado para
sobrevivir no debe considerarse de ninguna manera como un derecho sin
límites de forma que habría que instar la devolución de lo que les reste
al final de cada mes.
Una forma de llevarlo a cabo en coherencia con el
papel que se ha asignado al juego en el futuro del país, sería
organizar el acceso a los casinos a los jubilados para que se jueguen
sus ahorros en juegos productivos y hagan circular el dinero ocioso..." (Manuel Martinez Llaneza
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