10.5.13

“Ahora los tres poderes están en manos de la jauría, el único contrapoder posible es la calle”

"El malestar y la frustración de la sociedad crecen ante una realidad económica que no deja de degradarse para el común de los ciudadanos, pero en un mundo con diferentes centros de poder y de decisión a veces deliberadamente opacos, no siempre está claro a quién dirigirse. (...)

Verstrynge ha alertado de los políticos que ocultan “cómo obran en beneficio de los detentadores de dinero, de la gran banca” así como de la opacidad de las instituciones, “empezando por la Comisión Europea” que decide a puerta cerrada sobre millones de ciudadanos. Ha advertido insistintemente contra el creciente abismo entre ricos y pobres con una democracia que no es tal:

 “No hay democracia aquí ni prácticamente en ningún sitio -apuntó en el lado positivo que el criticado Hugo Chávez sí se sometió a un referéndum revocatorio- porque democracia es poder para y por el pueblo”. Y el sistema está al servicio de los poderes financieros a través de una casta política que llama “jauría”, sin cauces para el contrapeso ciudadano.

Depauperación que viene de lejos

El politólogo ha enmarcado la depauperación actual a la globalización anterior al crack financiero, cuando se deslocalizaron empresas en Occidente para producir con costes mucho más bajos en países sin derechos laborales y con salarios de miseria, contra los que es imposible competir, instando por tanto a uana “desmundialización” del libre comercio.

 Los recortes salariales acabaron llegando irremesiblemente a Europa y la deuda fue el mecanismo para mantener el consumo, mientras que los capitales se movían libremente por todo el mundo sin restricciones en busca de los mayores rendimientos inmediatos.

Situación inflamable

Frente a esta situación, Verstrynge citó a Montesquieu para insistir en que el poder sólo puede ser detenido con el poder, pero ahora los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial -salvo “encomiables excepciones” en el último caso- están “en manos de la jauría” y “el único contrapoder posible es la calle, la protesta”. 

En este sentido aludió a los escraches contra los desahucios -le han multado e imputado por participar en uno- porque sirve para “señalar responsables e instarles a rectificar”. Instó a protestar, resistir y en último rebelarse, y en el momento del coloquio se pusieron sobre la mesa medidas de presión como “huelgas de consumo”. Cree asimismo que en el Gobierno están alterados ante el desasosiego social y de ahí la movilización policial permanente, pero “hasta los antidisturbios están cansados y dos de cada cinco ha pedido el traslado”.

 Advierte de que el paro podría llegar hasta los siete millones y caminamos hacia un “genocidio laboral”, así como que en ese contexto si se produce cualquier incidente en las protestas la llama puede prender."          (El Plural, 08/05/2013)

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