"El CAV Murcia era un paradigma.
Nació en 2005, a golpe de talonario. Su propietario, Evedasto Lifante,
un hombre sin formación, había probado suerte en uno de los clubes de
fútbol de la ciudad, el Ciudad de Murcia. En ese club era un secundario y
quería protagonismo, así que alguien le recomendó que se marchara al
voleibol femenino, un deporte donde hay menos competencia y es sencillo
crecer con dinero.
Primero quiso comprar el club de la ciudad (Club
Voleibol Murcia), pero no lo consiguió. Sus exigencias eran poco claras,
según testigos de aquella negociación: no quería gestionarlo, solo
justificar el gasto de elevadas cantidades de dinero. Compró otra plaza.
Por aquellos años no tan lejanos abundaban los triunfadores salidos
de la nada. Toda fortuna repentina estaba justificada. En Murcia, donde
más del 60% de los municipios estaban inmersos en casos de corrupción,
había costumbre en la materia. Lifante era uno de esos casos.
Posaba
para sus primeras entrevistas encima de un Maserati, fletaba vuelos
chárter repletos de vecinos de la localidad de Barinas, compraba un
autobús de lujo, hacía comprar todos los boletos de lotería que se
vendían en una localidad simplemente porque había soñado que allí
tocaría el gordo. Su gran éxito fue ser entrevistado en el programa de
Andreu Buenafuente. Lifante aseguraba que había comprado esa entrevista.
La prensa celebraba sus excentricidades. Las autoridades le
obsequiaban por los éxitos que traía para la ciudad, entre otras cosas
porque se encargaba de recordar que militaba en el PP desde los 14 años.
Era ya un benefactor, un mecenas. Atrás quedaba un episodio que dio que
hablar en Murcia.
Era propietario de un céntrico bar llamado Pétalos en
el que todo el mundo sabía lo que se cocía por dentro, máxime cuando se
anunció en los autobuses municipales con la imagen de una mujer desnuda
cubierta de flores. No hacía falta insinuar más.
¿De dónde venían sus ganancias? Afirmaba ser el propietario de una
cantera de mármol. Y en esos tiempos, mármol, como pariente noble del
ladrillo, era sinónimo de mucho dinero.
Mármol. Ahí estaba la presunta fuente de su riqueza. Era una
asociación coherente. La cuestión es que nunca perteneció a ninguna
asociación de empresarios del mármol, como ha podido verificar este
periódico.
Nunca le conocieron actividad relevante en ese sector. Su
cantera estaba situada en la Sierra de Quibas, próxima a la pedanía
abanillera de Barinas, donde reside y ha sido alcalde pedáneo, en un
entorno que se le conoce como la Palestina murciana por su escasa
humedad y los palmerales.
Su cantera hace décadas que no es explotada.
Su empresa, Mármoles Sempere, hace años que no está operativa. Como
Yacimientos del Mediterráneo, como tantas otras. Los empresarios del
sector eran testigos mudos de esa mentira. (...)
Lifante necesitaba una mano derecha para gestionar el club de voleibol.
Él quería la fama y una tapadera. Y el hombre elegido fue Juan Cuenca,
un hombre joven entonces (28 años), procedente de Valencia y con alguna
experiencia en el voleibol. Tenía una empresa de eventos (Universal
Events) y se declaraba militante de las Nuevas Generaciones del PP
valenciano.
Vestía como un ejecutivo, pelo engominado y aire de galán
con su voz seductora. Cualquiera que hubiera preguntado por él en el
poco poblado mundo del voleibol femenino habría obtenido sus
antecedentes. Había dejado un verdadero pufo en un proyecto financiado
por la Universidad de Valencia. Y otro más en un torneo de voleyplaya.
Con ese currículo, Juan Cuenca fue elegido para gestionar el club de
voleibol que iba a ser el asombro de España y media Europa. (...)
Juan Cuenca fue quien fichó a Ingrid Visser. Su modelo de gestión era
muy práctico: contrataba jugadoras muy veteranas. Deportistas con oficio
que pueden dar un par de buenos años a cambio de dinero e imponer su
clase en una liga no muy potente como la española. Cuenca negociaba los
contratos. Prometía mucho. Pagar ya era otra cosa.
Cuenca era el hombre de Lifante. Él ponía las buenas palabras. Y
Lifante, que se paseaba por Murcia con un par de escoltas, ponía la
pasta. Actuaban coordinados. Lifante ahora niega que usara escoltas a
preguntas de este periódico. Como reniega de Cuenca, a quien acusa de
haberle estafado.
Por esa razón, cuando la policía detiene a Cuenca, todo el mundo se gira hacia Lifante.
Estos dos personajes estaban ya enterrados en el olvido, una vez que
en 2011 se disolvió el club. Cuanto quedaba de su memoria era un reguero
de deudas, embargos, requerimientos de pago y multas. Es probable que
técnicamente sean insolventes.
No habrían vuelto a la superficie de no viajar Ingrid Visse a Murcia el
13 de mayo y morir el 14 a causa de varios golpes en la cabeza. Ingrid
había dicho en casa que viajaba a España a una consulta médica, sin desvelar que ya estaba embarazada de varias semanas porque no quería otro fracaso." (El País, 01/06/2013)
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