"El Financial Times publicaba recientemente una descripción larga y profundamente deprimente
de la situación en Portugal, centrándose en la grave situación de las
empresas de propiedad familiar, que antes eran el núcleo de la sociedad y
de la economía del país, pero que ahora están quebrando en gran
número.
De esto es de lo que se trata realmente.
Y todo aquel que esté desempeñando algún papel en nuestro actual debate económico, tanto si es un auténtico legislador o un analista que da consejos desde la barrera, debería centrarse, sobre todo, en cómo y en por qué estamos permitiendo que ocurra esta pesadilla una vez más, tres generaciones después de la Gran Depresión.
No me digan que Portugal ha aplicado
malas políticas en el pasado y que tiene problemas estructurales. Por
supuesto que los tiene; como los tiene todo el mundo. Y aunque se podría
mantener que los problemas de Portugal son peores que los de otros
países, ¿cómo puede tener sentido solucionar estos problemas condenando
al desempleo a un enorme número de trabajadores dispuestos a trabajar?
La
respuesta a la clase de problemas a los que ahora se enfrenta Portugal,
que conocemos desde hace muchas décadas, es una política fiscal y
monetaria expansionista. Pero Portugal no puede hacer esas cosas solo,
porque ya no tiene su propia moneda.
De acuerdo, entonces, o bien el
euro debe desaparecer, o bien hay que hacer algo para que funcione,
porque lo que estamos viendo (y lo que los portugueses están
experimentando) es inaceptable.
¿Qué podría servir de ayuda? Una expansión económica más importante
en el conjunto de la eurozona y una inflación más elevada en los países
del núcleo europeo. (...)
Una política monetaria menos estricta podría ayudar a lograr estas
cosas, pero tengan en cuenta que el Banco Central Europeo (BCE), al
igual que la Reserva Federal, se está acercando básicamente a unos tipos
de interés casi nulos.
El BCE puede, y debería, tratar de presionar
para que se apliquen políticas no convencionales, pero necesita toda la
ayuda posible, en vez de esta situación en la que la austeridad en la
periferia también viene reforzada por la austeridad en los países del
núcleo.
En cambio, lo que Portugal y otros países de la
periferia están sintiendo, sin embargo, son los efectos de los tres años
que la política europea lleva centrándose casi por completo en los
supuestos peligros de la deuda pública.
No creo que sea una pérdida de
tiempo hablar de cómo surgió ese enfoque equivocado, incluido el
desafortunado papel desempeñado por algunos economistas que han hecho un
trabajo excelente en el pasado y que presumiblemente lo harán en el
futuro.
Pero lo importante ahora es cambiar las políticas que están creando esta pesadilla." (Paul Krugman, El País, 06 de junio de 2013)
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