"(...) Era el primer Gobierno de Aznar y estaba Rodrigo Rato como
vicepresidente económico cuando se emprendió la liberalización del
mercado eléctrico español en un proceso que se vendió como el que
lograría importantes bajadas de tarifas como consecuencia inevitable del
fenómeno de la libre competencia entre empresas.
Por supuesto, las
consecuencias reales fueron un aumento del 81,4% de la factura de la luz en diez años
y la creación de una gigantesca deuda estructural inexplicable, que va
creciendo año tras año y se pretende imputar a los contribuyentes y
consumidores, pese a que ya están pagando tarifas domésticas que están
entre las más altas de Europa.
Si simplificamos y desciframos esa esquizofrénica liberalización por
fases que separó las actividades reguladas (sobre todo, transporte y
distribución) de las no reguladas (producción y comercialización), la cuenta de resultados de ese proceso de reforma neoliberal parece elaborada por el mismísimo Gran Capitán:
- Primero, dimos 12.000 millones de euros de las arcas públicas a las eléctricas en concepto de unos supuestos Costes de Transición a la Competencia (CTC) que debían afrontar; pero a finales de 2005 resultó que habían recibido más dinero por los precios de mercado que el que se había creído necesario (¿?) para asegurar su rentabilidad. Así que en 2006 se eliminó el pago de los CTC, pero las empresas no reembolsaron sus beneficios extraordinarios.
- Después, el Estado empezó a inyectar cifras astronómicas en subvenciones a fondo perdido para el gas natural, primas a la cogeneración con carbón y fuel-oil, retribuciones al gasóleo consumido en las islas y subsidios a grandes multinacionales de enorme consumo. En los últimos cinco años, los contribuyentes hemos abonado casi 15.000 millones más por esos capítulos, enmascarados en una terminología (pagos por capacidad, extrapeninsulares, interrumpibilidad…) claramente diseñada para confundir al que tratase de desentrañar esas ayudas públicas a emporios empresariales.
- Finalmente, para las eléctricas los beneficios caídos del cielo (más o menos, así se llaman en jerga econométrica inglesa: windfall profits, los que trae el viento) han sido desorbitados: otros 14.000 millones de euros de ganancias extraordinarias en cinco años procedentes de la diferencia entre el coste de producción de la energía y su precio en el mercado (otro palabro: “sobrerretribución”). Para que nos entendamos, el coste del MWh en centrales hidráulicas ya amortizadas es de unos 3 (tres) euros, y en las plantas nucleares es de en torno a 20 euros, pero los generadores cobraron el MWh a 50 euros en 2012, y a 65,9 en 2008. Ahora, lo han puesto a 61,83 euros.
- Pues bien, sólo hay que hacer unos simples cálculos aritméticos y ¿cuál es el resultado? Pues, según el Gobierno, que los españoles ¡aún debemos más de 26.000 millones a las eléctricas! ¡Aleluya! Hemos logrado la multiplicación de los panes y los peces… que se comen las cinco grandes empresas que controlan casi el 100% del mercado en régimen de oligopolio.
- ¿Cómo llegar a tal resultado sin recurrir a números imaginarios? Bien simple: se establece por decreto que las eléctricas tienen anualmente un déficit de tarifa (es decir, cobran por debajo de sus costes) por valor (por ejemplo, en este año) de 4.000 millones, aun cuando les han caído del cielo en ese mismo periodo unos 4.500 millones gracias a los mencionados windfall profits.
- Claro que, para embarullar aún más el cómputo, hay que inventarse variables-invariables como la genial “interrumpibilidad”: un complemento de más de 700 millones al año que reciben del Estado las cuatro mayores empresas consumidoras de energía en concepto de un presunto servicio de supresión de su actividad en caso de necesidad. Lástima que ese supuesto servicio jamás lo presten (ya que hay una enorme cantidad de potencia de generación ociosa), porque ya llevan embolsados más de 2.000 millones a cuenta de tamaña generosidad pública.
- Con semejante procesamiento de datos, se ha logrado otro prodigio: los usuarios domésticos pagan la electricidad a más del triple del precio que las grandes industrias, y un 155% más cara que las medianas empresas y el sector servicios; pero han de asumir ahora otra brutal alza de tarifas del 11,5% en enero, la mayor subida del recibo de la luz en los dieciséis años que han pasado desde que el tándem Aznar-Rato lanzase su genial liberalización eléctrica. (...)" (Carlos Enrique Bayo, Público, 19/12/2013)
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