"(...) eso profetiza ahora nada menos que el economista por antonomasia del
establishment, Larry Summers. Para escapar de esa trampa, sólo valdrían
soluciones muy radicales. Por ejemplo: el final del dinero en efectivo o
la estatización de todos los bancos.
¿Se cierne sobre la economía mundial la amenaza de un estancamiento de
varias décadas de duración? El antiguo ministro de finanzas
norteamericano Larry Summers ha lanzado el debate durante una
Conferencia reciente celebrada por el Fondo Monetario Internacional.
Su
argumento: la economía mundial padece de un exceso de ahorro en relación
con las inversiones. Ahorro e inversión deben andar matemáticamente en
equilibrio; no en un país, sino en la suma de todos los países. El
interés es el precio que permite acompasar ahorro e inversión. Summers
planteó la cuestión de si, entretanto, el interés no se ha vuelto
negativo.
A ese tipo de interés se lo conoce como interés real. Un interés real
negativo significa que el sector privado, incluso en las condiciones más
favorables, muestra poco interés en la inversión.
Podemos
apreciarlo en el caso de Alemania, en donde las tasas de inversión han
caído visiblemente en los últimos años. Si Summers lleva razón, la
economía estaría permanentemente estancada (...)
Conforme
al modo en que nuestra economía está organizada, el pronóstico de
Summers dibuja un escenario de decadencia mundial. Nuestro sistema
económico podría verse abocado a 30 años de estancamiento. Nuestro
sistema de pensiones se desplomaría. Ni siquiera serviría retrasar la
edad de jubilación a los 75 años. Que el euro se desintegrara como
consecuencia de eso, sería el menor de los daños colaterales.
A mí me resulta cuando menos plausible la hipótesis de Summers de un
“estancamiento secular”. No sólo resulta teóricamente concebible, sino
que Japón ofrece ya un instructivo ejemplo práctico.
¿Qué hacer, entonces?
Para enfrentarse a esta situación, se pueden hacer tres cosas, y desgraciadamente, no mucho más:
- Se podría abolir el dinero en efectivo. Eso permitiría a los Bancos Centrales rebajar los tipos de interés por debajo de cero, porque la gente ya no podría guardar en casa el dinero en efectivo. Con un tipo de interés del -5% se resolvería rápidamente el problema de un ahorro estructuralmente excesivo. Las gentes tendrían que gastar su dinero en lo que fuera.
- Se podría también estatizar todo el sector financiero y rebajar los intereses del crédito a la inversión, situándolos por debajo del tipo de interés de los mercados.
- Puesto que lo que tenemos es una carencia de inversiones en relación con el ahorro, también, y por último, el Estado podría intervenir consiguiendo empréstitos monetarios baratos e invirtiendo masivamente." (Wolfgang Münchau, Sin Permiso, en Jaque al neoliberalismo, 08/12/2013)
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