31.3.14

Del desahucio que avergonzó a Sevilla, a los desahucios que avergüenzan a toda España

"El 9 de marzo de 2004 Rosario Piudo, una anciana de 87 años, enferma y con los achaques propios de su edad, fue expulsada judicialmente de su hogar. Desahuciada por 39 euros que, por error, no pagó a su casero, deseoso de poder quitarse de en medio a una más de sus inquilinas.

 Una más, para así poder especular con el edificio, situado en el corazón histórico de Sevilla y que, todavía hoy, sigue cerrado a cal y canto. Diez años han pasado de aquella “canallada”, como lo definen en la Liga de Inquilinos La Corrienta, colectivo que nació después de aquel desalojo para ayudar e intentar proteger a las personas que viven de alquiler. Desde su nacimiento, en 2005, han atendido más de 3.000 casos de abusos inmobiliarios.

Cuando aún los desahucios no tenían el eco que tienen hoy, el de esta mujer fue un caso estremecedor que, al menos, consiguió visibilizar la expulsión masiva de vecinos, de clase trabajadora y humilde, del casco antiguo de Sevilla, el más grande de Europa

 Un proceso conocido como gentrificación. Se trataba “sobre todo de personas mayores y sin apenas habilidades sociales, acogidos a la Ley de Arrendamientos Antiguos (renta antigua) de 1964″, explican desde La Corriente.

 Un caso estremecedor el de Piudo, pero igual que lo fueron otros muchos antes y también después. “¿Por qué el de Rosario Piudo sí consiguió llamar la atención de los medios de comunicación y otros tantos no? Es algo que no llego a entender”, afirma José Ignacio Aguilar, activista y abogado por el derecho a una vivienda digna en Sevilla.  (...)

Eran los felices años de la construcción masiva en España, los grandes años de la burbuja. Y también el de los ‘asustaviejas’, nombre con el que se conocen a las mafiosas técnicas que constructores y propietarios han venido utilizando para obligar a los inquilinos a abandonar sus viviendas, cuya renta de alquiler estaba por debajo del desorbitado precio de mercado. 

“La principal estrategia de los propietarios era la de no cumplir con su obligación de arreglar el edificio”, constata Aguilar. Otras técnicas eran la de meter vecinos que ocasionaran graves problemas de convivencia, y obligar a los vecinos a marcharse. O conseguir que el ayuntamiento correspndiente declarara en ruina el inmueble.

“Rosario murió hace cosa de un año, ya estaba muy malita”, informó a través del teléfono a andalucesdiario.es una monja del asilo de ancianos de las Hermanitas de los Pobres, en la calle Luis Montoto de Sevilla, en la que la mujer, con una pensión contributiva de poco más de 400 euros, consiguió plaza, aunque primero fue acogida en casa de una sobrina, en la localidad de Osuna. Rosario era viuda y no tenía hijos.  (...)

Del Río recuerda el origen de la deuda de su vecina. “Poniéndole puntales en su casa rompieron la ventana del cuarto de baño, que ella tuvo que arreglar y pagar, dinero que la propiedad se negó a abonarle. Su forma de hacer justicia fue dejar de pagar el alquiler, pero el dinero lo guardaba para cuando lo tuviera que abonar”. 

Y así lo hizo, pero al hacer las cuentas hubo una confusión y se pagó 39 euros menos”. Dolores acudió a él para que le leyera la carta, en la que se le informaba de que iba a ser desahuciada. “Ella no era consciente de lo que le estaba pasando y se puso muy nerviosa”. (...)

Juntos acudieron al juzgado. “Nos echaron de allí, a mí me dijeron que las cosas eran así, y que se estaba cumpliendo con la ley”, relata del Río, que contestó: “Se cumple la ley para cometer una injusticia”.

Del día del desalojo, “lleno de solidaridad vecinal”, del Río recuerda una escena, cuando ya se fueron todos del edificio. “Hubo una escena conmovedora. Llegó una mujer, con su bata y zapatillas de paño, una mujer humilde, que traía en la mano 39 euros, pensaba que a Rosario le hacía falta ese dinero para pagar el alquiler”.

El dramático desahucio no quedó sin respuesta. Unos meses después nació la Plataforma de Inquilinos Amenazados, la PIA, que fue el germen de la Liga de Inquilinos La Corriente. A nivel institucional desde el Ayuntamiento, entonces gobernado por PSOE e IU, se puso en marcha Otainsa, una oficina de atención a inquilinos en situación de abuso.

 Años después, en 2006, comenzaron las movilizaciones en toda España a favor del derecho a una Vivienda Digna que, en los últimos años, ha evolucionado en la lucha contra los masivos desahucios por impagos de hipotecas. En estos últimos años los puntos de información de vivienda del 15-M han sido clave para ayudar a personas que no pudieron hacer frente al pago de su hipoteca. (...)"         (Público, 23/03/2014)

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