31.3.14

El Euro se ha convertido en un instrumento confiscatorio del capital financiero sobre el capital público, gracias a la prima de riesgo

"En la lengua inglesa se denomina ‘juggernaut’ a una fuerza grande y destructiva que es objeto de devoción y de sacrificios humanos. De acuerdo con la Wikipedia, ‘juggernaut’ es una palabra que procede de la anglificación del término sánscrito Yaganatha, que es uno de los nombres por los que se conoce al dios Krisná (avatar del dios Visnú) en la religión hinduista.(...)

 De igual modo, sólo un acto de fe incondicional puede explicar cómo aún haya personas honradas que defiendan la permanencia de nuestro país en el Euro. En efecto, la Unión Monetaria Europea es hoy un obstáculo para la recuperación económica, un elemento de agravación de la recesión y un mecanismo de desposesión y explotación de clase. Y como ha señalad el Premio Nobel Joseph Stiglitz, incluso es un obstáculo para el mismo proceso de construcción europea. (...)

Asimismo, el Euro ha empeorado la recesión actual al impedir una financiación de la deuda pública mediante el recurso al Banco Central, obligando a los Estados a reducir el gasto público con la consecuente presión bajista sobre de la demanda agregada. Por no hablar de los efectos negativos sobre la redistribución de ingresos y la provisión de servicios públicos.

También el Euro se ha convertido en un instrumento confiscatorio del capital financiero sobre el capital público: gracias a la prima de riesgo sobre la deuda estatal, la banca europea se está recapitalizando y saliendo a flote de una situación que ella misma provocó.

Cualquiera que conozca la historia económica sabe que la Unión Monetaria Europea, sin un Tesoro público que lo respalde, es insostenible. Un sistema de tipos de cambio fijos –y el Euro lo es, de manera irrevocable- es imposible de conciliar con el enorme desarrollo desigual de las fuerzas productivas (en especial, la ciencia aplicada y la tecnología) entre los diferentes países capitalistas. El hecho de que un país tan potente como Estados Unidos decidiera abandonar el patrón-oro en 1973, temeroso por entonces del empuje de la industria alemana y japonesa, debería convencernos de ello.

Abandonar la Unión Monetaria Europea sería también la mejor muestra de amor al europeismo, entendido éste como un primer paso hacia un internacionalismo solidario y progresista. Pues como ha señalado un agudo periodista, el lema de la Unión Europea, ‘Unidos en la diversidad’, en realidad esconde este otro más cínico: Desunidos en la adversidad. (...)

Frente a los que creemos que lo mejor que podemos hacer es abandonar la Eurozona, están quienes piensan que el reto es luchar por transformar la UME en algo distinto a como ha sido hasta ahora, a través de la unión de las fuerzas de la izquierda europea.

El problema de este último argumento, y que a mí particularmente me deja insatisfecho, es que no aporta ninguna prueba de que existan los medios políticos y jurídicos para cambiar los Tratados que rigen la UME.  (...)

Me gustaría que quienes apuestan por seguir en la UME contestaran a estas últimas preguntas de forma razonada y fundamentada, pues con ello conseguirían sin duda convencerme de sus propuestas. Mientras tanto, invocar el miedo a la salida de la UME no es en sí mismo una propuesta inteligente. Como dijo el presidente Franklin D. Roosevelt: "Lo único que debemos temer es el temor mismo."

Para mí el mayor problema al que nos enfrentamos en esta cuestión no es el de cómo remontar los inconvenientes de la salida del Euro –que los hay-, sino ese otro más inquietante de si nos dejarán abandonarlo. Como he dicho antes, gracias a la crisis de la deuda el capital financiero europeo ha encontrado un filón de Potosí con el que está salvando los muebles, y muy posiblemente opondrá una resistencia feroz a cualquier propuesta en ese sentido. (...)"             (Carlos Javier Bugallo Salomón, Espacio PúblicoRebelión, 21/03/2014

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