21.4.14

Las ventajas del problema de que el incremento de los precios esté cerca del 0%

"(...) los españoles, demasiado acostumbrados a vivir con tasas elevadas de inflación, deben prepararse ahora para ver cómo los precios se planchan, se estancan, en un buen número de productos en busca precisamente de que se consolide esa mejora incipiente del consumo.

 Es más, todos los pronósticos apuntan a que el IPC terminará este año en torno al 0,5% y en el 0,8% el año que viene; cuando el BCE establece en el 2% el nivel equilibrado de los precios.  

Para qué y para quién es bueno una inflación tan baja

En principio, que los precios estén en unos niveles tan bajos es una buena noticia para los consumidores, los asalariados y los pensionistas.

Para los primeros porque a menos precio, mayor capacidad de compra, lo que para España, donde el consumo supone más del 60% del PIB, es crucial si quiere encarar la recuperación económica con ciertas garantías de éxito.

Para asalariados y pensionistas también es positivo un IPC que merodee en torno al 0%, ya que si algo ha traído esta crisis para quedarse, al menos a medio plazo, es un entorno de salarios estancados o con subidas mínimas, a las que si les descontamos la inflación (que es como se calcula la ganancia neta de rentas), apenas sufre variación, luego el poder adquisitivo se mantiene e incluso aumenta en el caso de tasas negativas de inflación.

 Con un entorno de incrementos salariales tan bajos, los empresarios tienen más incentivos a la contratación, lo que en tiempso de crisis beneficia a la actividad y, sobre todo, al empleo.

Para qué y para quién es malo una inflación tan baja

Pero frente a esas ventajas, también existen inconvenientes que a casi nadie se le escapan de tener un entorno de precios tan estancado. Para las empresas esas exiguas subidas de precios son bastante desincentivadoras, puesto que no se traducirán en fuertes incrementos de ganancias. 

Además, al no poder vender sus productos sensiblemente más caros que la competencia, la posibilidad de invertir en mejoras para hacer esos productos más competitivos también es menos atractiva. Por ello, si no pueden repercutir el gasto acometido en la inversión al precio de venta final, lo más lógico es no acometer dicha inversión.

Y para el común de los mortales, para los asalariados y, en menor medida para los pensionistas, las tradicionales subidas de precios que se producían hasta ahora engordaban sus rentas, lo que les aliviaba el pago de las deudas contraidas (básicamente hipotecas y otros créditos).

 Ahora, ese efecto silencioso que tenía un IPC por encima del 2% de diluir las deudas se ha acabado no solo para familias y empresas muy endeudadas, sino también para el Estado por su nulo impacto sobre la deuda pública. Por contra, los grandes ahorradores no ven depreciado el valor de sus ahorros con un IPC tan escuálido. (...)"             (Cinco Días, 15/04/2014)

No hay comentarios: