"Llevaba la prescripción de su psiquiatra escrita en un papel: “Stop
Desahucios. Asamblea de Vivienda de Lavapiés. 15M”. La mujer que llegó a
esta asamblea demandando apoyo se había encontrado a todas luces con
una terapeuta excepcional.
Cuando le contó que se sentía deprimida porque la habían desahuciado de su casa
y encima tenía que pagar la hipoteca, la psiquiatra le aclaró: “Mire,
usted no está deprimida, es que su banco la engaña”, y le indicó dónde
pedir otro tipo de ayuda.
Muchos problemas sociales están llegando a las consultas médicas
en forma de úlceras, depresión, ansiedad y otros trastornos de
sintomatología difusa...El primer dique de contención del malestar es la
Atención Primaria. De allí sí se puede salir con un papelito que ponga
Diazepam, Orfidal (ansiolíticos) o fluoxetina (Prozac, por su primer
nombre comercial).
Es lo que se conoce como la medicalización del sufrimiento.
No es que la relación entre prescripción de psicofármacos y problemas
sociales haya comenzado con la crisis. Según un estudio publicado en la
Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, en el año 2004 ya
se estimaba que el 50% de las personas que acudían a Atención Primaria
lo hacía como consecuencia de un factor psicosocial. La crisis no ha hecho sino empeorar esta situación.
“En Europa, de 2000 a 2010 el consumo de antidepresivos creció por
encima del 80% de media, y en España el crecimiento ha sido superior al
120%”, apunta la psicóloga María Reneses, especializada en antropología
médica.
Y explica: “Aunque el aumento de la prescripción de psicofármacos
es una tendencia global, el mayor incremento de éste en España está
relacionado con la gestión que se está realizando de la crisis
económica”. Esta investigadora también recuerda el sesgo de género a la hora de recetar estos medicamentos: con similar diagnóstico y número de consultas, las mujeres reciben más psicofármacos que los hombres.
No obstante, el psiquiatra y ensayista Guillermo Rendueles señala
que, en la sanidad pública, las consultas al psiquiatra y al psicólogo
por “patologías menores”, como la ansiedad y la depresión, han
disminuido dado el riesgo de despido que supone la baja laboral.
A menudo, además, las situaciones de precariedad que pueden originar
estos trastornos son vividas con vergüenza y culpabilidad, con sentimientos de inferioridad y de fracaso personal,
como si fuera responsabilidad propia que te echen de tu casa, no
conseguir un empleo o el trabajo deseado o tener que pensar demasiado en
el dinero porque nunca cuadran las cuentas. En el caso de los
desahucios esto se conoce como el estigma del deudor.
“Hay un juicio social a los deudores. Se ahonda en la idea de que se
ha llegado a esa situación porque se ha vivido por encima de sus
posibilidades. Cuando la persona está en situación de impago de su
hipoteca se considera la única culpable y responsable y se invisibiliza la responsabilidad del Estado y otros agentes, como los bancos”, describe la médica de familia comunitaria Elena Ruiz en su estudio Desahuciar, desalojar, ejecutar. Cuando la política callejera se convierte en medicina.
“La depresión se puede entender como el reverso de la lógica
neoliberal que encontramos en la llamada a la iniciativa personal”,
cuenta Reneses a DIAGONAL. En una modernidad en la que cada cual se hace
cargo de una vida cada vez más incierta, con la
exigencia actual de aprovechar las crisis como oportunidades, de
convertirnos en nuestra propia empresa y ser personas autosuficientes y
autónomas, o eres emprendedor o perdedor, ambos solos frente al mundo.
Rendueles, crítico con la psiquiatría ortodoxa, añade que las terapias no siempre ayudan:
“Las consultas ‘psi’ solo ofrecen un refuerzo de la individuación y el
casi mandato de gozar que, dadas las circunstancias actuales, es un
mandato imposible”.
Para este psiquiatra, la clave está en acabar con la indefensión aprendida:
una persona puede ‘aprender’ a comportarse pasivamente cuando cree que
no puede hacer nada para cambiar una situación. Movimientos como el de
Stop Desahucios, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH),
han conseguido romper con esta indefensión y con el silenciamiento.
Socializar el sufrimiento se convierte en un motor para la movilización.
El “sí se puede” como proceso también terapéutico.
Es lo que se encontró Elena Ruiz al realizar su trabajo de campo con la Plataforma 15M Stop Desahucios de Córdoba: “El grupo proporciona una atención y cuidado colectivos
que desmedicalizan, desestigmatizan a las personas afectadas. Se trata
de una apuesta por otros modos de expresión, comprensión y atención a
los desahucios, diferentes a los de la enfermedad, el aislamiento y la
asistencia médico-psicológica”.
Del apoyo mutuo y la fraternidad surgen nuevos relatos de potencia personal. Es el caso, entre otros muchos, y por terminar con otro ejemplo inspirador, de Grupo Hombres del Siglo XXI,
una asociación de hombres desempleados que tienen entre 40 y 60 años.
Después de que un equipo de profesionales de la intervención social,
psicológica y comunitaria realizara una intervención con ellos a finales
de 2012, se organizaron de forma autónoma con el objetivo de asesorar,
ayudar y apoyar a otros hombres en la misma situación, como puede verse
en el documental El Silencio Roto, de Nacho Sánchez ‘Balancín de Blancos’.
“Este grupo nos ha servido para sentirnos valorados y ver que hay
cosas más importantes que estar diez horas trabajando en una fábrica”,
dice uno de los miembros de la asociación. “El apoyo de todos los demás
también le sirve a uno mismo para tirar para adelante”, resume otro." (BELÉN MACÍAS MARÍN, Diagonal, 21/04/2014)
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