11.6.14

Las técnicas de acoso de La Caixa: Una mujer teme perder su empleo después de que el director de un banco fuese a su trabajo a reclamarle la hipoteca

"Hace 17 años, Juana Baca salió de Perú. Tenía 24 años, un hijo con dos que no pudo traerse hasta bastante tiempo después y todas las ganas del mundo por comenzar a edificar su proyecto de vida.

 En 2003, Juana se enamoró de Jorge y ochos años más tarde ambos se compraron una vivienda en la que cabían todos los sueños que Juana trajo de Perú. El sueldo de 2.500 euros mensuales de Jorge, con contrato fijo, y los 1.000 euros que cobraba y cobra ella, como cocinera en un hotel, eran más que suficientes para pagar 960 euros al mes del préstamo hipotecario.

En la sucursal bancaria todo fueron facilidades, a pesar de que en 2011 la crisis ya mordía. Además del cien por cien del precio de la vivienda, tasada en 170.000 euros, el director de la sucursal les ‘regaló’ 8.000 euros más para amueblar la cocina y los engatusó para que compraran acciones de la entidad financiera y aseguraran la vivienda con la aseguradora del banco. El préstamo hipotecario subió en 27.000 euros que se pagaría en cómodas mensualidades durante 30 años.

Once meses después de firmar la hipoteca y después de diez años en una gran empresa de la construcción, Jorge fue enviado a la larga y desesperante cola del paro. El sueño de Juana ya no era tan sueño. 

 Durante el tiempo que Juan estuvo cobrando el paro y la ayuda familiar, la familia pudo seguir pagando la hipoteca y dar de comer a sus dos hijos; pero cuando se acabó la ayuda familiar, Juana tuvo que decidir qué hacer con su salario de 1.000 euros: “O daba de comer a mis hijos o pagaba la hipoteca”. Juana eligió comer y pagarle a su hijo el “pasaje” para que vaya todos los días al instituto.

El sueño ya era una pesada losa. Juana se plantó: “No puedo pagar, vamos a renegociar el préstamo. Yo puedo pagar un alquiler social pero si pago, no como”, le dijo Juana al director de la oficina.

 “La deuda la tienes que pagar como sea”, le respondió el empleado de banca. Y “como sea” lleva intentando el director de la sucursal que Juana pague la hipoteca: amenazas telefónicas, hostigamiento psicológico, llamadas a familiares, trato humillante y degradante y un sinfín de episodios inhumanos, según relata Juana.

Hasta tal punto llegó la pesadilla que el banco bloqueó la nómina de Juana: “Un día salí de trabajar, fui al banco a sacar dinero para comer y me lo había quitado todo. No tenía nada, ni para comer ni para el billete de bus”, rememora. Así, al día siguiente se fue a la oficina, nada más abrir, “a rogarle al director” que le diera “por lo menos 200 euros” para poder comer.

 Después de mucho llorar y rogar, el jefe de la entidad accedió a darle 200 euros para comer a Juana para, acto seguido, amenazarle con “meter mano” a la cuenta de la madre de Jorge, una anciana con una modesta pensión: “Corriendo tuvimos que cambiar la cuenta de mi suegra a otra entidad bancaria”, detalla en un receso de la protesta que ella y su marido, junto a activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), protagonizaron la semana pasada en la puerta de una sucursal de La Caixa-Cajasol en Sevilla.

“Hemos venido hasta aquí porque la semana pasada el director de la oficina fue a mi trabajo a presionarme para que aceptara las condiciones de estafa que me ofrece para saldar la deuda”, explica Juana, quien se niega a firmar la propuesta “abusiva” que le ofrece el director del banco.

 La entidad financiera le ofrece la dación en pago de la vivienda, a cambio de pagar 40.000 euros –a pagar 200 euros al mes– y entregar el humilde apartamento de soltero de su marido, en el populoso barrio sevillano de Bellavista.

“Lo tienes que firmar. Si no aceptas, ejecución hipotecaria. Y lo vas a perder todo”, le infiere el director bancario a Juana, según su relato. “No voy a firmar”, le responde contundente la mujer que buscando su sueño anda envuelta en una pesadilla llena de amenazas e indefensión por parte de un sector financiero todopoderoso.

 Además, el director de la sucursal se presentó, hace unos días, en el hotel donde trabaja Juana: “He quedado aquí con Juana Baco, ¿la puede usted llamar, por favor?”, le propuso el empleado de banca al recepcionista del hotel donde trabaja, cuenta Juana, que asegura que nunca había quedado con el director del banco en su lugar de trabajo.

El recepcionista llamó a cocina e indicó a Juana el nombre y los apellidos del hombre que esperaba en la planta principal del hotel. “Cuando me dijeron quién estaba esperándome, se me paró el corazón”, sostiene quien ese día pasó la “vergüenza” de su vida. 

El director del hotel llamó a Juana a su despacho y, desde ese día, la mujer teme perder su empleo si las amenazas y molestias del banco se vuelven a repetir. “Ayer mismo despidieron a un compañero, la próxima puedo ser yo porque a las empresas no les gusta que los trabajadores demos problemas”, concreta.

Clara Isabel Pérez, una de las portavoces sevillanas de la PAH, cree que las presiones de La Caixa son fruto de su técnica de “agotar a la gente psicológicamente” para no tener que llegar a los juzgados. 

“Si ordenan una ejecución hipotecaria, los juzgados declararían ilegales las cláusulas suelo que aplica a los préstamos hipotecarios y los intereses de demora –el doble de lo legal– que añade a las personas afectadas por impagos”, afirma la activista antidesahucios, que también denuncia que La Caixa no se adhiere al Código de Buenas Prácticas que firmó con el Gobierno central.

Tampoco Juana puede denunciar: “No tengo dinero para las tasas judiciales”, sentencia. (...)"            (Público, 09/06/2014)

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