Protesta contra los recortes sanitarios en Bellvitge
"Un muro humano se parapeta a las puertas de las plantas amenazadas
por el cierre de verano en el hospital de Bellvitge. “Hacemos guardia”,
explica Miguel Mansergas, portavoz de las asociaciones de vecinos de
L'Hospitalet de Llobregat. Guardia contra los recortes, el cierre de camas, el colapso de urgencias.
Un maremagnum de siglas sindicales, asociaciones vecinales,
plataformas sociales y personas anónimas se esconde tras el variopinto
grupo de gente que recorre cada día los pasillos del hospital con un
objetivo: denunciar los recortes que ahogan Bellvitge y hacer saber a
pacientes y usuarios sus derechos. “Todos coincidimos en que están
desmantelando el hospital y es necesario luchar”, apostilla Mansergas.
De ellos salió, en alguna de las asambleas que montan los miércoles
en los jardines de Bellvtige, la idea de informar a los pacientes de su
derecho a permanecer en su habitación cuando el hospital les propusiese
cambiarse de cama para cerrar plantas en verano. Y surtió efecto la
iniciativa: ya son más de una decena los pacientes que se han negado a abandonar sus camas y el hospital ha confirmado que tres plantas que deberían estar cerradas, todavían permanecen abiertas.
Algunas de las personas que ahora hacen guardia en las puerta de las
plantas, ya cuentan por decenas las movilizaciones en las que han
participado y recuerdan las raíces del movimiento que ahora alza a
Bellvitge como el gran resistente contra los recortes en sanidad. “Esto
es rabia acumulada desde 2010”, explica Ramón Montoya, presidente de la
Junta de Personal del Hospital.
Desde la gran movilización que recorrió Barcelona hace cuatro años
contra el recorte del 10% que quería aplicar el consejero de Salud, Boi
Ruiz, en los presupuestos del departamento, Bellvitge no ha dejado la
calle. “Nunca se ha apagado la llama. Han ido tomando el relevo unos y
otros, pero siempre hemos estado ahí”, añade Montoya.
En 2011, junto a los vecinos de L'Hospitalet, Cornellà y El Prat, los
trabajadores de Bellvitge se vestían con sus batas blancas y cortaban
la Gran Vía —una de las arterias de entrada a Barcelona— para denunciar
los recortes. Así, todos los miércoles, a la una de la tarde, durante 52
semanas. Pero la indiferencia del Departamento, reconocen, hizo
“flojear” a los sanitarios; y los vecinos tomaron el relevo.
Con mesas a las puertas del hospital y asambleas semanales, los
vecinos iban informando a los pacientes para que no se fuesen a casa sin
cita y para que denunciasen, vía hoja de reclamaciones, las eternas
listas de espera. Y cuatro años después, las mesas siguen ahí.
El anuncio de un nuevo recorte de 11 millones que denunciaron los sindicatos, volvió a incendiar el hospital. A las asociaciones vecinales y los trabajadores se unieron otras plataformas ciudadanas. “Yo empecé a meterme en esto porque, como usuaria, se estaban transgrediendo los límites”, explica una enfermera de urgencias que participa en la Asamblea HUB del hospital, donde ya suman unas 200 personas activas.
Los vecinos, con el boca a boca, y la Asamblea y los trabajadores,
vía whatsapp, han montado un calendario para turnarse las guardias y
aprovechan “cualquier ratito libre” para ayudar en las acciones de
protesta. “La gente viene en la hora de comer para tomarse el bocadillo
aquí y hacer bulto.
Es duro porque es tiempo de tu vida personal y
tienes que tener la comprensión de tu familia”, explica Mansergas.
“Cuando llegas a casa, aprovechas para imprimir octavillas, hacer
carteles, papeles informativos... Sacas tiempo de donde no tienes”,
añade la enfermera.
Todos coinciden en la necesidad de llevar la resistencia a otros
hospitales y aseguran que “falta concienciación y organización” para
montarlo. La diferencia de Bellvitge, concluye Montoya, es que son
“hijos de la cultura reivindicativa del Baix Llobregat, de gente de
barrios obreros que ha conseguido las cosas a base de lucha”. (
Jessica Mouzo Quintáns
, El País, Barcelona
23 JUL 2014 )
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