"(...) Se ha prestado mucha atención, con
razón, a la elevada la tasa de desempleo entre los jóvenes en España,
una de las más altas de la OCDE, el club de países más ricos del mundo
(del cual España es miembro), y de la Unión Europea de los Quince
(UE-15), el grupo de países de la UE con mayor desarrollo económico, del
cual España es también miembro.
Ahora bien, lo que menos se ha
analizado es la tasa de ocupación de la gente joven. Concretamente, el
porcentaje de la población joven (tanto de 16 a 20 años como de 20 a 24
años) que trabaja en España es de los más bajos de la OCDE y de la
UE-15, siendo también el país que, además de tener la tasa de ocupación
juvenil más baja, ha tenido también el mayor descenso de esa tasa
durante la crisis.
Así, la tasa de ocupación de los jóvenes de 16 a 20
años era de un 24,4% (es decir, que de cada 100 jóvenes, solo 24,4
estaban trabajando) en el año 2000, y bajó en picado de manera que en el
año 2012 el porcentaje era solo de un 5,3%, el mayor descenso en la
OCDE y en la UE-15. Un tanto igual ocurrió en el grupo de 20 a 24 años,
cuya tasa bajó de un 47,9% en el año 2000 a un 31% en el año 2012. Solo
Grecia, Portugal e Irlanda ofrecen cifras semejantes.
La insensibilidad del establishment político frente a esta realidad
Esta emigración de jóvenes significa una
enorme pérdida de recursos. Son personas formadas, con el más alto
nivel de formación que España haya tenido. Y la indiferencia de las
autoridades públicas hacia esta situación muestra su enorme
insensibilidad hacia este drama humano, así como su insensibilidad (o
incompetencia) hacia lo que significa la pérdida de estos jóvenes.
Un
indicador de esta insensibilidad del gobierno del Partido Popular (y del
socialista anterior) es que no hagan nada para recuperar a esta
juventud, cuya emigración puede significar una pérdida irreversible. Lo
que el Estado debería hacer es facilitar que fuera reversible. (...)
En contra de lo que la sabiduría
convencional indica, la tasa de desempleo es una variable política, no
una variable económica. Lo que quiere decir esta expresión es que el
nivel de desempleo está determinado por intervenciones políticas, es
decir, que cada país tiene el nivel de desempleo que su Estado desea o
permite.
Esto le sorprenderá al lector, que estará acostumbrado a leer
que el gobierno está haciendo todo lo posible para que baje el
desempleo. En esta percepción (profundamente errónea), se asume que el
alto desempleo de España se debe a causas ajenas sobre las cuales el
Estado tiene poco que hacer.
Las explicaciones más comunes del
elevado desempleo en los medios de información y persuasión españoles
(dominados por el pensamiento neoliberal) son que el elevado desempleo
es resultado de unas supuestas rigideces del mercado de trabajo (como
consecuencia del excesivo poder de los sindicatos), o consecuencia de la
falta de una formación y/o educación de la población que le permita ser
integrada en el mercado de trabajo.
Ninguna de estas explicaciones
tiene evidencia que las avale (ver mis artículos en la sección económica
de mi blog www.vnavarro.org).
La principal causa del desempleo son las
políticas públicas que van orientadas, precisamente, a aumentar el
desempleo. Su objetivo es reducir el poder del mundo del trabajo y, con
ello, disminuir los salarios y la protección social y aumentar el tiempo
de trabajo por trabajador.
La evidencia de que esto es lo que está
ocurriendo es más que robusta. Dos de los economistas más brillantes de
EEUU, Dean Baker y Jared Bernstein, han publicado un artículo “Full
Employment and the Path to Shared Prosperity”, Center for Economic and
Policy Research, Washington (03.07.14), en el que muestran como por cada
aumento de un 1% en la tasa de paro de EEUU, disminuye el nivel
salarial un 12,4%. Una situación semejante nos encontramos en España,
donde el enorme incremento del desempleo ha causado un enorme bajón en
los salarios.
Y lo que la Troika, la banca y la gran
patronal quieren decir cuando piden que continúen las reformas, es que
creen que los salarios deben incluso bajar más. Lo que ocurre en esta
situación es que las bajadas de salarios implican un descenso de la
demanda y, con ello, del crecimiento económico, con lo cual el incentivo
para producir más y crear más empleo se reduce, cuando no elimina. Es
el círculo vicioso que nos está llevando al desastre.
En realidad, si el Estado adoptara
políticas de pleno empleo, estimularía la demanda, con lo cual habría
mayor creación de empleo, dando mayor poder al mundo del trabajo, lo que
causaría un aumento más grande de los salarios, lo que, a su vez,
crearía mayores necesidades de producción y de empleo.
De esta manera,
el círculo vicioso se convertiría en un círculo virtuoso. El hecho de
que no se produzca se debe predominantemente al contexto político, es
decir, a las relaciones de poder entre el mundo del capital y el del
trabajo, en el que el primero está ganando y el segundo perdiendo. Y
esto, lector, no lo leerá usted en los medios de información y
persuasión, dominados por el primero. Así de claro."
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 10 de julio de 2014, en vnavarro.org, 10/07/2014)
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