"(...) salir de la unión monetaria y que los países utilizasen las
herramientas de política monetaria a su alcance, no resolvería ninguno
de los problemas que ya tenemos.
En el caso concreto de España, la
deuda, que ya es insostenible, lo sería aún más si la convertimos en
euros con una peseta enormemente devaluada. La búsqueda de superávit
comercial utilizando el tipo de cambio como arma, dada la dependencia
energética exterior imprescindible no solo para consumo sino para
insumos para bienes de exportación, no mejoraría sensiblemente la
inserción del país en la economía mundial.
Se exportaría más pero
también las importaciones serían más caras, sin olvidar que este tipo de
medidas supondrían competir contra trabajadores de otros países sin
discutir de verdad quien genera el excedente y quien se lo apropia.
En
definitiva, pensar que los ajustes y recortes sociales no se hubieran
producido si los países periféricos europeos hubieran tenido “soberanía
monetaria” es tanto como ignorar el verdadero alcance y las carencias
del sistema capitalista.
Y eso es así porque la brecha, más que entre países, es entre las
élites y los trabajadores europeos. ¿Acaso hemos olvidado que tenemos
mucho más en común con trabajadores de cualquiera de los países que
detentan el poder en Europa que con las clases dirigentes o con las
élites financieras e industriales del nuestro?
Estamos ante una crisis de sobreproducción, con elevadísimo nivel de
endeudamiento y con un sistema bancario mundial insolvente y en este
contexto, las políticas monetarias no estimularán el ciclo de
inversión-empleo-consumo y no conseguirán los objetivos perseguidos.
Sin una enorme quita de la deuda acumulada y una recapitalización masiva
de las entidades bancarias, es absolutamente imposible que sean
eficientes las políticas monetarias en el sistema capitalista. (...)
Pero es que aunque esto ocurriera, no se solucionaría sin más el
antagónico interés entre los beneficiados por el actual statu quo y los
explotados por el mismo. Sin cambio estructural, el mecanismo de
dominación llevará inevitablemente a reproducir la situación.
Por eso no
debemos aceptar el “sálvese quien pueda” y por el mismo motivo combatir
la situación no puede ir ligado a actuaciones nacionales a pequeña
escala. Sólo puede ser efectiva una salida a escala internacional,
evitando enfrentarnos al problema compitiendo con otros trabajadores por
las migajas. Eso solamente nos llevaría a un círculo vicioso en el que
el egoísmo individual apuntalaría el fracaso colectivo.
Por eso, la salida de la unión monetaria para adoptar una
estrategia de competir en los mercados internacionales en esta espiral
destructiva, no puede ser un anhelo para quien considere compañeros a
los trabajadores alemanes, franceses, brasileños o marroquíes.
Además,
no podemos olvidar las consecuencias que el proceso supondría para la
clase trabajadora y que se traduciría en fuerte inflación que no podría
ser compensada con incrementos salariales en la misma medida, si se
pretende conseguir la ventaja exportadora.
Por lo tanto, a corto plazo,
la salida del euro dentro del sistema capitalista global, no mejoraría
los problemas de redistribución de renta y podría suponer una profunda
decepción que impidiera una transición profunda hacia otro modelo de
sociedad.(...)
Una minoría es ilegítimamente propietaria de la mayoría de los
recursos y determina la producción, el consumo y la distribución. Eso no
cambiará por estar o no estar dentro de la unión monetaria europea.
En definitiva, hablemos más de relaciones de propiedad y menos de recuperar una soberanía monetaria que jamás tuvimos." (Carlos Sánchez Mato. 15/07/2014 ATTAC Madrid)
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