26.9.14

Bancos de tiempo y de alimentos contra la pobreza, en Vaciamadrid... en los que se han negado a colaborar Mercadona, Día y Carrefour

"Treinta años después de los primeros asentamientos cooperativos de viviendas en los terrenos calcáreos de Vaciamadrid (la Cooperativa de Viviendas Baratas, Covibar, promovida por afiliados de CCOO y el PCE, y la Pablo Iglesias, impulsada por socialistas y ugetistas), vivir seguía estando al rojo vivo y surgió un Banco del Tiempo y después otro, un Banco de Alimentos (las mayúsculas pretenden destacar la sustitución de la usura por la solidaridad) para paliar las necesidades básicas de decenas de familias empobrecidas por la crisis bancaria y económica.  (...)

“Empezamos hace casi nueve años con el Banco del Tiempo y ante la prolongación de la crisis y la pobreza de muchas familias, decidimos crear el Banco de Alimentos”, explica Luisa Villegas Vega mientras van llegando los miembros de la junta rectora a la Casa de las Asociaciones. 

Ya es sabido que la riqueza se oculta y la pobreza se esconde, pero los niños no engañan, y Rivas, pese a la renta media-alta, no está al margen de lo que ocurre en otros pueblos y ciudades: “Decenas de niños van al colegio en ayunas, algunos se desvanecen, no tienen gana de jugar, su rendimiento escolar es bajo”, añade Luisa.

Esta era y es la situación cuando, hace dos años crearon el Banco de Alimentos. Cientos de familias trabajadoras sobreviven en precario, sin empleo, sin ingresos o con unos sueldos bajos  que no alcanzan para llegar a fin de mes.

 Pero el simple hecho de tener una vivienda les deja fuera de las ayudas que podrían recibir de organizaciones humanitarias como Cruz Roja y Cáritas parroquial. “No dan el perfil”, resume Rosa de la Fuente, quien cedió su garaje al Banco de Alimentos y se ocupa de recoger el pan. “En Rivas no se tira nada”, asegura.

Con Jorge López Cardiel, ferroviario jubilado; Rosa Puig, funcionaria; Pilar Camacho, administrativa; Carlos, psicólogo en ejercicio; Rocío Villar, ama de casa y exempleada de la Universidad; Toñi Luengo, tejedora, y otros colaboradores, formaron  una red de recuperación de alimentos, la RRA de Rivas, lanzaron la “operación kilo”, empezaron a recoger productos a punto de caducar de los comercios y comenzaron a suministrar cajas de comida a los colegios, de modo que las familias necesitadas pudieran recogerlas.

 En la actualidad suministran productos de primera necesidad –potitos, lácteos, galletas, pañales, legumbres, alimentos envasados, coles y frutas cuando llegan, jabones y otros elementos de higiene– a ocho colegios públicos y ayudan a mas de 150 familias.

“Procuramos que los alimentos vayan dirigidos especialmente a los críos”, dice Rosa, cuya empresa de sofás y tapizados se fue a pique después de cuarenta años de trabajo –“solo me quedaron deudas”, dice– y ahora está entregada a ayudar a los demás. “Nosotros llevamos las cajas con las bolsas de alimentos a los colegios en función de la información sobre el número de familias necesitadas que recibimos de los directores y ellos se ocupan de  las entregas”, añade Luisa.

 A continuación explica que en los próximos días van a cambiar el procedimiento de entrega, de modo que las familias tendrán que recoger las bolsas en los dos locales municipales de los que ya disponen.  (...)

Luisa quiere que conste la generosidad del pequeño comercio y de algunas cadenas de establecimientos. Cita expresamente Aldi, Plaza y Ahorramás. “En cambio otras como Mercadona, Día y Carrefour, establecidos en el municipio, nos han negado la colaboración”, añade. 

También menciona la ayuda de la Fundación Seur y de varios músicos y actores para sufragar un campamento que este verano han organizado en la Serranía de Cuenca para 36 niños cuyas familias no podían disfrutar vacaciones por falta de medios económicos.  (...)

Toñi está apuntada al paro, no recibe prestación alguna, “ni siquiera me mandan ya información para hacer cursillos”, dice. Pero como muchos otros desempleados no se ha quedado de brazos caídos. “Yo presto horas al Banco del Tiempo, hago lo que sé, tejer, coser y enseñar a los niños a nadar. A cambio, cuando he necesitado que me arreglen un electrodoméstico, el ordenador, un grifo o que me corten el pelo, lo he tenido gratis”.

El sistema posee una web en la que los usuarios anotan las horas que prestan y las que reciben. En un boletín mensual publican ofertas e iniciativas de personas que saben cocinar, cuidar niños, dirigir actividades artísticas, enseñar matemáticas, organizar fiestas, promover la lectura. También se cambian libros. 

En este Banco de capital humano, amable y diverso, hay pintores de brocha gorda y de los otros, músicos, “facilitadotes” de trámites burocráticos, gente que enseña a manejar Internet, acompañantes de ancianos, psicólogos, practicantes, masajistas, personas que comparten coche o hablan contigo en inglés. El impacto de esta y otras iniciativas está siendo analizado por los teóricos de la economía, así que igual las regulan y a lo peor les aplican gravámenes."                  (Luis Díez, Cuarto Poder, 25/09/2014)

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