"(...) Los últimos datos económicos
han obligado a los responsables de las políticas de la zona del euro a
enfrentar los graves riesgos deflacionarios, evidentes desde hace al
menos dos años.(...)
Sin una fuerte implementación de políticas, la zona del euro, al
igual que Japón desde la década de 1990, enfrenta la posibilidad de
mantener un crecimiento dolorosamente lento y perder una o dos décadas.
Hasta el mes pasado, las crecientes preocupaciones llevaron a
propuestas de políticas poco convincentes. Jens Weidmann brindó un
espectáculo novedoso: un presidente del Bundesbank con un llamado a mayores salarios. Pero el crecimiento salarial no tendrá lugar sin políticas de estímulo. (...)
El modelo alemán de crecimiento impulsado por exportaciones no puede funcionar para la zona del euro en su conjunto. (...)
La zona del euro necesita una mayor demanda interna para evitar la
excesiva deuda heredada gracias a los desmanes previos a la crisis. En
países como España e Irlanda, las deudas privadas llegaron a niveles
insostenibles. En otros, como Grecia e Italia, también fue demasiado
alta la deuda pública. Tanto el consumo de los hogares como la inversión
de las empresas y el gasto público han sido recortados en un intento
por pagar la deuda.
Pero el desapalancamiento público y privado simultáneo no puede
evitar deprimir la demanda y el crecimiento. Frente al desapalancamiento
privado en la década de 1990, Japón solo pudo eludir una depresión aún
mayor incurriendo en grandes déficits públicos.
Por este motivo la austeridad fiscal en la zona del euro ha resultado
contraproducente. Cuanto más agresivamente el gobierno italiano, por
ejemplo, recorta los gastos o aumenta los impuestos, más probable es que
el peso de su deuda pública –ya superior al 130 % de su PIB– aumente hasta niveles insostenibles. (...)
Los economistas italianos Francesco Giavazzi y Guido Tabellini han explicado en detalle
qué podría implicar una política monetaria y fiscal coordinada.
Proponen recortes impositivos del 5 % del PIB durante 3 o 4 años en
todos los países de la zona del euro, financiados con deuda pública de
muy largo plazo, que sería adquirida en su totalidad por el BCE.
Sostienen que la flexibilización cuantitativa del BCE sería ineficaz en
ausencia de una menor presión fiscal. (...)" (Adair Turner, Project Syndicate, en Revista de prensa, 08/09/2014)
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