23.11.14

Cuando Carmen despertó se encontró con que esta vez sí, debía irse de casa

 

"Desde antes del amanecer de ayer viernes, el fotógrafo Andrés Kudacki velaba junto a algún familiar y unos pocos activistas el sueño de Carmen Martínez Ayuso, la mujer de 85 años que dormía en su piso de Vallecas sin saber que antes de acabar esa mañana iba a ser desahuciada del hogar en el que había vivido durante los últimos 50 años.

 En la calle cortada, voluntarios; en la puerta, antidisturbios. “Estaba súper angustiada y conmocionada por el operativo policial, allí vieron que estaba difícil quedarse en la casa. 

No tenían nada recogido, empezaron a coger alguna cosa, algo de comida, de ropa, cosas fundamentales como mantas y sábanas. Ella pedía tiempo, que se suspendiera o que le dieran un alquiler social o un usufructo, pero el prestamista no había accedido”, explica a Verne Kudacki.

Mientras lloraba y recogía sus cosas “se acordaba de su vida, de lo que había pasado con su marido, de lo que habían trabajado. Decía ‘le he dicho a mis amigas que iba a quedarme, que las iba a ver mañana en misa’, ‘a los que roban como los banqueros los rescatan y nosotros que somos humildes no nos ayuda nadie’”, relata el fotógrafo un día después de lo sucedido. “Tenía esa doble reacción que a veces tienen las personas muy mayores, que por un lado no se enteran de las cosas pero que por el otro el sufren mucho”.

En ese instante, el fotoperiodista hace su trabajo para la agencia AP: una serie de fotos que retratan, además de un desahucio “tenso” por el enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los activistas, el sobrecogedor dolor de Carmen. Las imágenes llegan a las redacciones digitales y de ahí, a las redes sociales, donde una de ellas llama especialmente la atención. Es un retrato de la anciana, sola, iluminada, llorando con los ojos cerrados, mientras con una mano sujeta tras de si una puerta y con la otra se agarra a su bastón. 

Desde su publicación, decenas de miles de personas han compartido en redes sociales esa imagen de Carmen. En un multitudinario ejercicio de empatía contagiosa, se han hecho virales esa foto, la noticia, la galería con la secuencia completa, el posterior anuncio del Rayo de que echará una mano, muchos post y tuits que de forma casi simultánea la gente decidió que todos los demás habían de ver. La imagen de la abuela echada de su casa por ayudar al hijo que debía dinero a un prestamista ha encontrado una fibra que aún estaba sensible tras tantos años de dramas provocados por la crisis."          (Delia Rodríguez, El País, 22 de noviembre de 2014)



 "Ya no me quedan lágrimas”

 “Ya no me quedan lágrimas”. Carmen Martínez Ayuso, de 85 años, las gastó todas despidiéndose de medio siglo de recuerdos en la vivienda de la que fue desahuciada, el número 10 de la calle Sierra de Palomeras, en el barrio madrileño de Vallecas. Ya han pasado unas horas desde que la plantilla del Rayo Vallecano se comprometiera a pagarle un alquiler el resto de su vida, pero ella sigue preguntando a sus nietos y sus dos bisnietas: “¿Nos van a ayudar?”.

Agarrada a su bastón, Carmen se levanta el pantalón para mostrar una herida de su adolescencia, cuando ya era limpiadora. Su perro, Terrible, le dio un mordisco considerable en la pierna. “Llevo toda la vida trabajando, levantándome a las seis de la mañana para recoger la espiga, para que de repente vengan a quitártelo todo cuando lo único que quieres es estar tranquila”.  (...)

Pasan las horas y el pasado de Carmen se torna en futuro. Luismi es el encargado de buscar un piso para que el club pague posteriormente el alquiler, y entre ellos ya discuten si es mejor un bajo o un primero. “Un bajo, pero que no tenga jardín, que yo ya no puedo salir”.

La vitalidad que desprende, el tono de su voz y la potencia de su mirada no tienen nada que ver con su edad. Una mujer que ha sobrevivido a los bombardeos de su Vallecas natal durante la guerra no quiere venirse abajo por un desahucio. “Todo el dinero que se llevan los poderosos viene de nuestro sudor. He vivido muchos años, pero la vida no deja de espabilarte”.         (   El País, Madrid 22 NOV 2014

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