"Se encuentran dos ciudadanos rusos. Uno le dice al otro: “¿Sabes que
todo lo que nos contaba el PCUS (Partido Comunista de la Unión
Soviética) era mentira?”. Y el amigo, melancólico, le contesta: “Lo peor
no es eso. Lo peor es que lo que nos decía del capitalismo es verdad”.
Los rusos sienten estos días algo parecido a un déjà vu: el 18 de agosto
de 1998, apenas un septenio después de la implosión de la URSS, el
rublo se derrumbó tras una espectacular caída de los precios del
petróleo, principal capítulo exportador de la economía, y el país
suspendió los pagos de su deuda externa. (...)
Esos son los problemas de Rusia. Los del resto del mundo se manifiestan
en la capacidad de contagio de los mismos. Los países emergentes cuya
principal arma de política económica era la riqueza de sus materias
primas, están deteniendo su crecimiento.
¿Estamos entrando en una nueva
fase de la Gran Recesión? Por lo que se ve estos días no era cierto el
famoso decoupling (el desacoplamiento de las economías emergentes de los
problemas financieros de los países desarrollados) sino que, a
distintas velocidades, todas sufren los efectos de las dificultades que
padece el mundo desde 2007, en la crisis más larga desde la Gran
Depresión de los años treinta.(...)
Si en un primer momento esos problemas adquirieron la faz de las
hipotecas subprime, poco después la de dificultades de liquidez y
solvencia de la banca, y más delante la de endeudamiento público y
privado, ahora lo hacen, en primera instancia, con la cara específica
del petróleo y las materias primas, sin que la mayoría de los anteriores
problemas se haya resuelto.
El nerviosismo de los mercados en este final de año es extremo. (...)" (
Joaquín Estefanía , El País,
21 DIC 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario