"(...) Actualmente, el sistema capitalista (neoliberalismo) ha hundido a
nuestro país en una profunda crisis que ha afectado no sólo
(mayoritariamente) a la clase trabajadora, sino también a capas sociales
que hasta no hace muchos años formaban parte de una clase acomodada
(pequeños y medianos empresarios, autónomos, profesionales liberales,
funcionarios), una clase media que disponía de un nivel de vida por
encima de la clase trabajadora.
El grave deterioro social, esta
desastrosa situación de los últimos años (paro, pobreza, exclusión,
desahucios, bajada de salarios, pérdida de derechos laborales,
privatizaciones…), ha afectado a la inmensa mayoría de la población.
También a esa clase media hasta ahora era intocable, porque llegaba en
algunos momentos a sentirse más cerca de los de arriba y porque mantenía
un cierto equilibrio entre los poderosos y las clases trabajadoras.
Todo esto se ha derrumbado. El nuevo estatus social se ha separado
radicalmente en dos bloques que vuelven a ser antagónicos.
Dos clases
cuyas diferencias se han acrecentado. Por una parte, están las grandes fortunas (cada vez más voraces), las grandes empresas (cada vez exigiendo más ganancias a costa de esclavizar a los trabajadores) y grandes entidades financieras y bancarias (rescatadas con dinero público, cada vez más depredadoras y con el poder para imponerse a los gobiernos) y, por otra, la inmensa mayoría de la población
(trabajadores, jubilados, amas de casa, parados, pequeños y medianos
empresarios, autónomos, profesionales liberales, funcionarios…) que
sienten como le recortan el poder adquisitivo, como no pueden mantener a
su familia, como los desahucian de sus viviendas, como pierden derechos
laborales y sociales, como tienen que emigrar buscando un puesto de
trabajo, como privatizan servicios públicos imprescindibles (sanidad,
educación dependencia, justicia,…) y como sienten la desesperanza de una
vida sin futuro.
¿Por qué hemos llegado a esta situación?
Es indudable que la crisis
mundial ha tenido un efecto multiplicador en todos los países, pero el
capitalismo, que siempre sale triunfante y reforzado de las crisis, se
ha servido de esta difícil situación no sólo para imponer un nuevo orden
mundial en el que los “mercados” sean los auténticos soberanos, capaces
de cambiar gobiernos y de regir los destinos económicos de los países,
sino también para acabar con el llamado “estado del bienestar” que
mejoró la calidad de vida de una parte importante de las sociedades
después de la Segunda Guerra Mundial.
En nuestro país la crisis se ha agudizado por factores endógenos: la
burbuja inmobiliaria y el bipartidismo (PSOE y PP), obediente y sumiso,
que ha cargado sobre las espaldas de la inmensa mayoría de la ciudadanía
las órdenes de la Troyka y los dictados de las entidades financieras y
bancarias. Los sucesivos gobiernos se han mostrado dominantes con los de
abajo pero dominados por los de arriba. (...)" (Juan García Ballesteros
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