21.12.14

Me decía María que su familia estaba en una situación de quiebra financiera...

"(...) El otro día, sin ir más lejos, María (nombre ficticio) – una vecina de mi barrio – me decía, que en términos económicos su familia estaba en una situación de quiebra financiera. Estar en quiebra financiera significa, en la jerga de María, tener más facturas que pagar que dinero para pagarlas. 

Decía esta vecina, de las tripas alicantinas, que ganaba mil cien euros al mes; de los cuales: tres cientos veinte se los llevaba la hipoteca; cien, las facturas de luz y el agua; cincuenta, Vodafone; tres cientos, el carro mensual de Mercadona, y cien, gasoil para la Berlingo. 

Cuarenta, el alquiler de la plaza de garaje; treinta y largos para gastos corrientes: tabaco, prensa, cafés, butano, entre otros; cincuenta, la comunidad del edificio y, unos cien – más o menos – para imprevistos: reparaciones del coche, seguros y averías del hogar. 

María tiene dos hijos. El mayor – Alejandro – estudia segundo de bachillerato, y el segundo – Paquito – acaba de empezar quinto de primaria. El menor viste con la ropa de su hermano, y el otro suele llevar la ropa de su primo Enrique. 

La hipoteca, la sacaron para treinta años, o sea, que la última letra la pagaran cuando estén jubilados. Los ahorros que tenían se los han comido desde que Paco – su marido – se fue al paro hace tres años. Ella trabaja como administrativa en una ferretería. Trabaja con un contrato a media jornada, pero hace una media de diez horas diarias. 

Su jefe la explota pero – como dice ella – "¿dónde voy con cuarenta y seis años; un marido en el paro y dos hijos estudiando?". Si en estos momentos la echaran del trabajo, cobraría el paro a razón de cuatro horas diarias; una ayuda que le daría oxígeno para malvivir durante una temporada y, sería candidata segura para los próximos desahucios.

Es, precisamente, la situación de María, la que ilustra la auténtica verdad de millones de familias españolas. Economías domésticas – como diría Montoro – que si les aplicásemos algún que otro ratio financiero, de esos que tanto gusta al Gobierno, los resultados serían de culebrón americano.  (...)

 Es, precisamente, este abismo entre "los de arriba" y "los de abajo" los que explican las boberías del Presidente cuando anuncia, a bombo y platillo, la salida de la crisis. Ojalá – en palabras del ahorcado -, don Mariano fuera a uno de esos programas televisivos sobre "cambios de familia". 

Ojalá acudiese a ese tipo de programas porque, de ese modo, sabría lo que supone para gente como María: vivir con la soga al cuello y rezar todas las noches para que no le falte trabajo. Con 70.000 euros de sueldo anual; coche oficial; dietas a la carta y supuestos sobres en "B", es normal que el "transparente" de La Moncloa – nuestro hidalgo caballero: don Mariano Rajoy Brey – vislumbre gigantes donde los otros, nosotros, solo vemos molinos. Es, precisamente, esta distorsión de realidades entre Sanchos y Quijotes, la que justifica los suspensos de "la casta" en los sondeos demoscópicos. (...)

En términos cuantitativos, la España de Rajoy – según titula una portada reciente de ABC – "da por superado el abismo". Lo da porque "el crecimiento casi dobla de la media de la UE; el paro se reduce en 500.000 personas en un año; el déficit es del 5.5%, y la prima de riesgo roza los 100 puntos".

 Las claves del Gobierno para llegar a tales resultados han sido – siempre según los escribas de Rubido – la Reforma de Báñez; la reducción del déficit y, la reestructuración bancaria, entre otras. En términos cualitativos, sin embargo, estamos en el kilómetro cero del "decretazo" de Zapatero. 

Digo esto, estimados lectores y lectoras, porque gracias a la reforma de Báñez hay medio millón de personas que han salido del paro. La mayoría con trabajos temporales y parciales e inmersas en los pozos del precariado: mano de obra barata – de usar y tirar – incapaz de activar el consumo de viviendas y automóviles, turbinas necesarias para sacar a España del atolladero.

 La reducción del déficit ha permitido que España no cayera en los precipicios del rescate. Ahora bien, no olvidemos que esta reducción ha sido gracias al desmantelamiento del Estado del Bienestar. Somos – como diría aquél – más ricos de puertas para afuera – para los ojos de Merkel – pero más pobres de puertas para adentro. Recuperar la clase media costará décadas de pancartas y gritos al unísono. 

Solamente cuando los contratos sean estables en lugar pasajeros, cuando el copago sea una historia del pasado, cuando el Salario Mínimo Interprofesional salga de su paréntesis, cuando la educación sea una inversión en lugar de un coste, cuando la sanidad sea un asunto de Estado, cuando la corrupción no ocupe las portadas de la mañana y cuando los políticos se miren el ombligo: daremos por superado el abismo. "       (Abel Ros  , El rincón de la crítica, 18/12/2014

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