"(...) El Partido Popular ha disimulado los
recortes brutales con unos decorados bonitos que dan el pego. Hospitales
privados sin medios pero con bonitos muebles son los receptores del
dinero público y no sirven para curar, mientras que los hospitales aun
totalmente públicos se caen a pedazos y obligan a los pacientes a
llevarse de casa las tiritas (no es un chiste: el otro día mi madre se
fue a hacer un análisis de sangre y tuvo que llevarse la gasa para el
pinchazo).
Es cierto, los profesionales son muy buenos y hacen lo que
pueden, pero pueden poco, cada vez menos. Contratados por meses, con
sueldos muy bajos en algunos casos, sobrepasados por el número de
pacientes y por el escaso tiempo que pueden dedicar a cada uno de ellos,
ya no pueden conocer a los enfermos ni hacer un seguimiento de su
historia.
Ahora estos médicos y médicas son personas que sólo pueden
dedicar 5 minutos (o 3 en algunos casos) a cada paciente y que tienen
que hacerlo, además, sin un auxiliar que les ayude con las recetas o los
ordenadores, lo que reduce aún más el tiempo. Se limitan a mirar el
ordenador, a escuchar lo que cuentan los enfermos y a recetar o a mandar
una prueba. En la mayoría de los casos ni siquiera pueden auscultar.
Muchas de las consultas tienen las
camillas rotas y otras ya no tienen ni camillas donde tumbarse para una
exploración. Además, tienen que tener cuidado con las pruebas
diagnósticas que prescriben porque los gerentes de los hospitales les
amenazan si mandan pruebas caras.
Y en todo caso, las pruebas que
solicitan pueden dar un poco lo mismo porque pueden pasar meses hasta
que llegues a una, luego a otra y vuelvas al médico, aunque para
entonces las pruebas que se hicieron al principio ya no sirvan porque la
enfermedad puede estar ya en otro estadio o ser otra distinta.
Las
operaciones pueden retrasarse más de un año o de dos y se espera que
vivas y trabajes con un ojo con cataratas o con un menisco roto que no
te deja andar, como es mi propio caso.
Y no olvidemos ni por un momento
que se ha dejado a 800.000 personas sin sanidad y que hay muchos
enfermos a los que incluso en casos de vida o muerte se les está
obligando a pasar por un calvario de angustia, como ocurre con los
enfermos de hepatitis c.
Los hospitales están sucios, tienen
goteras, las sábanas están rotas. No hay medicinas, no hay gasas, no hay
nada. No hay médicos que conozcan tu evolución, no hay pruebas en un
tiempo razonable. La sanidad se ha convertido en una sanidad de guerra,
que sirve para lo básico, que te receta analgésicos y que aún es útil en
casos muy urgentes. Pero no es una buena sanidad, es mala.
Es evidente
que se está preparando el terreno para hacer una sanidad de dos
velocidades, para gente con buenos trabajos y para pobres. Llegará un
momento, si no lo evitamos, que los carísimos e ineficientes hospitales
privados que se están pagando con el dinero que debería destinarse a los
hospitales públicos, harán la sanidad insostenible y entonces nos dirán
que no hay dinero para pagarla y que se ven obligados a cobrarnos por
lo que ya hemos pagado con creces.
Y quien no pueda pagar, simplemente
no tendrá asistencia porque poco a poco vemos cada vez más casos de
estos y nos estamos acostumbrando. (...)" (Beatriz Gimeno, Economía Crítica y crítica de la Economía, 16/12/2014)
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