"(...) (Rajoy) dice, ya en plena campaña electoral, que “en muchos aspectos la crisis es cosa del pasado y estas Navidades van a ser las primeras de la recuperación”.
Es fácil que compartieran sus palabras las decenas de empresarios que
le escuchaban en la sede de Telefónica. Probablemente ninguno de ellos
cobre menos de uno o dos millones de euros al año (por encontrar un
mínimo común denominador muy conservador), y sus sociedades son algunas
de las que más se han beneficiado de la reforma estrella del PP, la
laboral.
En este caso, el medio sí ha sido el mensaje. Como decía el
novelista Upton Sinclair “es difícil que alguien entienda algo, cuando
su salario depende de no entender”.
Más complicado es que el presidente se haga entender entre los
principales paganos de la devastación. El problema diferencial de
nuestro país es la evolución de su mercado laboral.
Si a la tasa de paro
de casi el 24% de la población activa se le unen los empleados
temporales (un 24,6%) y los que trabajan a tiempo parcial (15%), sale un
porcentaje pavoroso de ciudadanos inseguros o precarios (aunque se
solapen algunos temporales y parciales). (...)
Para todos ellos, la flexibilidad de las reformas laborales, necesaria o
no, ha significado sistemáticamente su inseguridad como precio a pagar
para que en el radiante porvenir crezca la inversión y los puestos de
trabajo.
Reducir derechos de los trabajadores establecidos prometiendo
trabajo a quien no lo tiene: lo que se elimina es seguro; lo que se
promete, no. Esta es la experiencia de la reforma laboral en vigor. (...)
Salir de la crisis significa cambiar estas tendencias y amortiguar
sensiblemente los porcentajes citados. La recuperación tiene que ser
inclusiva o generará aún más indignación (un 85% de los ciudadanos no
confía en Rajoy, según el Centro de Investigaciones Sociológicas).(...)" (
Joaquín Estefanía , El País,
15 DIC 2014)
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