"(...) se promovió estimular la economía a
través de las exportaciones. Este ha sido el pensamiento dominante en el
establishment financiero a los dos lados del Atlántico Norte, y debido a
su desmesurada influencia, en las instituciones políticas.
Según este
pensamiento, el aumento de las exportaciones será lo que recuperará la
economía. Y es así como aparece el Tratado de Libre Comercio entre EEUU y
la UE. El aumento del comercio era y continúa siendo la propuesta
neoliberal para salir de la crisis. Y de ahí surge el énfasis en la
necesidad de aumentar la competitividad, lo cual, para el establishment
europeo, quiere decir, en lenguaje plano, bajar los salarios, diluir la
protección social y eliminar las intervenciones públicas que se han
desarrollado para proteger a la ciudadanía, bien como trabajadores, como
consumidores o como residentes expuestos a sustancias nocivas en sus
barrios y hogares.
Este es el objetivo del Tratado de Libre Comercio,
tratado que, de hecho, tiene muy poco que ver con el libre comercio. En
realidad, los aranceles y otros factores que pueden dificultar la
movilidad del comercio entre los países a los dos lados del Atlántico
Norte, prácticamente han desaparecido y son ya inexistentes.
¿Cuál es el objetivo y propósito de tal Tratado?
No es, pues, el libre comercio lo que
motiva el establecimiento de los tratados que llevan tal nombre. Su
propósito es debilitar al mundo del trabajo (bajada de salarios) y
eliminar la protección que la ciudadanía ha venido adquiriendo
históricamente, a base de sus movilizaciones y presiones sobre el
Estado.
El objetivo de estos tratados –como ha ocurrido con el tratado
entre Canadá, EEUU y México, el NAFTA- ha sido desmantelar estas
regulaciones e intervenciones –en las áreas de protección del
trabajador, consumidor y/o residente-, algo que el mundo empresarial ha
intentado, sin poder conseguirlo, dentro de cada país.
La nueva estrategia es establecer un
nivel de autoridad por encima de los Estados que pueda imponerles el
deseo de las grandes empresas transnacionales. Y ahí está la raíz del
problema.
Todos estos tratados tienen como máxima autoridad a un
tribunal supranacional que tiene potestad sobre los Estados (tribunal
que, por cierto, está bajo la influencia de las grandes empresas
transnacionales que tienen mayor influencia sobre los Estados de mayor
peso económico mundial), forzándolos a debilitar o eliminar aquellas
medidas y leyes protectoras de la ciudadanía.
De esta manera, una
empresa privada puede llevar a un Estado al tribunal supranacional bajo
el argumento de que aquella regulación o ley le discrimina y dificulta
el desarrollo de su actividad económica.
Pero existe otra razón para oponerse a
tales tratados además del desmantelamiento de la legislación laboral,
ambiental y de defensa del consumidor. Y es que el debilitamiento del
mundo del trabajo que se deriva de las medidas previstas en estos
tratados conlleva la disminución de los salarios y del gasto público
social, con lo cual la demanda doméstica baja todavía más, causando así
el enlentecimiento del crecimiento económico (que puede incluso suponer
un descenso anual del crecimiento del PIB de hasta 2 puntos).
Y es ahí
donde la supuesta solución neoliberal se convierte también en auténtico
problema económico. Y esto apenas lo verá en los medios. (...)
El tratado tiene como objetivo incrementar le poder de las grandes
empresas transnacionales a costa de las pequeñas empresas y, sobre todo,
a costa de los estándares y normas establecidas para proteger la salud,
calidad de vida y bienestar de las poblaciones. Así ha ocurrido en gran
parte de los tratados que han tenido el mismo título, y así ocurrirá
con tal tratado si este se aprobara."
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 10 de marzo de 2015, en vnavarro.org, 10/03/2015)
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