"La
versión de la moderna Europa del estalinismo de mercado, en la medida
en que afecta a Grecia, tiene tres puntas principales. La primera se
refiere a las pensiones, la segunda, a los mercados laborales, y la
tercera, las privatizaciones. Y luego hay una cuestión dominante, la de
los impuestos, la austeridad y la sostenibilidad de la deuda, a la que
podemos volver luego.
Con respecto a las pensiones, los acreedores exigen que se recorte este
año cerca de un 1% del PIB en pensiones, en un país en el que la mitad
de las pensiones está en cantidades por debajo de la línea de pobreza.
Esa petición específica supondría recortar cerca de 120 euros de
pensiones que se encuentran en una escala de 350 euros o menos al mes. (...)
En
el mercado de trabajo, los acreedores ya han impuesto la casi completa
eliminación de la negociación colectiva y la reducción del salario
mínimo. El gobierno señala que sus efectos consisten en hacer informal
el mercado laboral (...)
Respecto
a la privatización, los acreedores han exigido la venta de aeropuertos,
puertos de mar y servicios públicos eléctricos, entre otros activos, y
que todo esto se haga rápidamente. En esto las objeciones griegas no se
refieren a la gestión privada o extranjera de ciertos activos sino que
se oponen a malbaratarlas o deshacerse de ellas sin condiciones o sin
conservar participaciones. (...)
Pasando
a los impuestos, los acreedores han exigido un gravoso incremento en el
impuesto del valor añadido (IVA), que tiene ya una tarifa máxima del 23
%. Entre otras cosas, el gravamen recaería en las medicinas (y por
tanto en los ancianos) y en las tarifas especiales de las que se
benefician las islas griegas (cerca del 10% de la población del país),
en las que se concentra el turismo y donde los costes son en cualquier
caso más elevados.
El gobierno señala que los incrementos fiscales sobre
el turismo dañan su competitividad y que el resultado conjunto del
aumento del gravamen fiscal consistirá en reducir la actividad y
empeorar el problema de la deuda. (...)
Lo
que se echa a faltar en las exigencias de los acreedores es, bueno, la
reforma. Los recortes en las pensiones e incrementos del IVA no son
reformas; no añaden nada a la actividad económica o a la competitividad.
La privatización a precios de saldo puede llevar a depredadores
monopolios privados, como sabe cualquier que viva en América Latina o en
Tejas. La desregulación del mercado laboral tiene la categoría de
experimento poco ético, la imposición del sufrimiento como terapia, algo
que confirman los registros internos del FMI por lo menos desde 2010. (...)
El
propósito a la vista del programa de acreedores no es por tanto la
reforma. Se trata de redoblar la recaudación de la deuda frente al
desastre. Los recortes de pensiones, los recortes salariales y el
aumento de impuestos y las ventas a precio de ganga se ofrecen con el
pensamiento mágico de que la economía se recuperará pese al gravamen de
impuestos más altos, un poder adquisitivo más reducido y la repatriación
al exterior de los beneficios de la privatización. La magia lleva
ensayándose ya cinco años, sin éxito alguno en el caso griego.(...)"
(James Galbraith, Jaque al neoliberalismo, 21/06/2015, Tomado de Sin Permiso. Traducción de Lucas Antón)
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