"Después
de meses de discusiones, la hora de la verdad entre Grecia y sus
acreedores europeos se estancó en una deliberación sobre pensiones e
impuestos. Grecia se niega a ceder a las demandas de sus acreedores de
un recorte de los pagos a los pensionados y un aumento del impuesto al
valor agregado sobre sus medicamentos y electricidad.
Las demandas de Europa -ostensiblemente destinadas a asegurar que Grecia
pueda pagar su deuda externa- son petulantes, ingenuas y
fundamentalmente autodestructivas. Al rechazarlas, los griegos no están
jugando; están intentando sobrevivir. (...)
No
importa lo que se pueda decir sobre las políticas económicas pasadas de
Grecia, su economía poco competitiva, su decisión de unirse a la
eurozona o los errores que cometieron los bancos europeos cuando le
otorgaron a su gobierno un crédito excesivo, la situación económica del
país es sombría. El desempleo se mantiene en el 25%. La desocupación
entre los jóvenes está en un 50%.
Es más, el PIB de Grecia se ha achicado un 25% desde el inicio de la
crisis en 2009. Su gobierno es insolvente. Muchos de sus ciudadanos
sufren hambre.
Las condiciones en Grecia hoy se asemejan a las de Alemania en 1933. (...)
hay
algo a lo que la UE sí debería tenerle miedo: la indigencia al interior
de sus fronteras y las consecuencias perniciosas para la política y la
sociedad del continente.
Desafortunadamente, el continente sigue dividido por líneas tribales.
Los alemanes, finlandeses, eslovacos y holandeses -entre otros- no
tienen tiempo para el sufrimiento de los griegos. Sus líderes políticos
se ocupan de los suyos, no de Europa en ningún sentido verdadero. (...)
Sin
duda, los políticos europeos no son ciegos a lo que está sucediendo en
Grecia. Tampoco han adoptado una actitud completamente pasiva. Al inicio
de la crisis, los acreedores europeos de Grecia rechazaban el alivio de
la deuda y cobraban tasas de interés punitivas sobre los fondos de
rescate.
Pero, conforme se intensificó el sufrimiento de los griegos,
los responsables de las políticas económicas presionaron a los bancos
del sector privado y otros tenedores de bonos para dar por perdidos la
mayoría de sus reclamos. En cada etapa de la crisis, hicieron solamente
lo que creían que toleraría su política nacional -no más. (...)
En
particular, los políticos de Europa se oponen a medidas que involucren
directamente a los contribuyentes. El gobierno griego le ha pedido a
Europa que cambie las deudas existentes por deudas nuevas para fijar
tasas de interés bajas y vencimientos a más largo plazo. También ha
solicitado que los pagos de intereses estén asociados al crecimiento
económico. (Curiosamente no ha exigido recortes en el valor nominal de
su deuda).
Pero un alivio de la deuda de estas características frente a los
gobiernos europeos o el Banco Central Europeo siempre se mantuvo fuera
de la mesa de conversaciones. (...)
En
lugar de confrontar los obstáculos políticos, los líderes de Europa se
esconden detrás de una montaña de retórica beata y absurda. (...)
Varios
países europeos ahora parecen contentos de obligar a Grecia a entrar en
default y provocar su salida del euro. Creen que los efectos
colaterales se pueden contener sin pánico o contagio.
Esta es una
expresión de deseo típica entre los políticos. De hecho, es el tipo de
imprudencia que llevó al secretario del Tesoro de Estados Unidos Hank
Paulson a permitir que Lehman Brothers quebrara en septiembre de 2008,
ostensiblemente para enseñarle al mercado una "lección". Alguna lección;
todavía estamos intentando recuperarnos del error garrafal de Paulson. (...)
Hoy,
los acreedores europeos de Grecia parecen dispuestos a abandonar sus
promesas solemnes sobre la irrevocabilidad del euro para insistir en
recoger algunas migajas de los pensionados del país. (...)
El
gobierno griego tiene razón en poner límites. Es responsable frente a
sus ciudadanos. La verdadera elección, después de todo, no está en manos
de Grecia, sino de Europa. (...)" (Jeffrey Sachs, Project Syndicate, en Jaque al neoliberalismo, 23/06/2015)
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