"Llevamos unas cuantas semanas absolutamente electrizantes, apasionantes,
llenas de un intenso debate. Nos referimos a Grecia, nos referimos a la
austeridad, nos referimos al problema de la deuda occidental, nos
referimos a la situación de la banca, nos referimos a la solidaridad
europea, nos referimos a Alemania, nos referimos a la geopolítica, nos
referimos al concepto de democracia. Sin embargo, para poder participar,
opinar, discutir, hay que emigrar, leer prensa inglesa, francesa, o
estadounidense.(...)
El problema es mucho peor, una democracia de muy baja calidad, donde unas élites políticas y económicas hace tiempo que secuestraron a nuestra querida España. (...)
Por si acaso, desde “The New York Times” se les recuerda a los teutones ciertas lecciones de historia: Germans Forget Postwar History Lesson on Debt Relief in Greece Crisis,
algo así como “en la crisis griega, los alemanes olvidan la lección de
historia de la posguerra sobre el alivio de la deuda”. Nos referimos a
la reestructuración de la deuda alemana en el acuerdo de Londres de 1953.
Siendo sinceros, en cambio, nunca se cuentan las razones reales del
acuerdo de Londres. Si Estados Unidos y Rusia no hubieran estado
enfrentadas; si Alemania no hubiera estado dividida; si los Estados
Unidos no hubieran querido mostrar el éxito del libre mercado y la
democracia de la Alemania del Oeste; y si no hubieran existido tantos
lazos de unión, cooperación y complicidad entre los banqueros de Wall
Street y sus parientes alemanes con el detestable régimen nazi, el
acuerdo de Londres no se hubiera realizado. (...)
Pero el drama griego tiene un componente más pasional. Grecia es el último campo de batalla en la guerra de la élite financiera contra la democracia.
Grecia puede entrar en bancarrota, pero la Troika ya está políticamente
en quiebra. Aquellos que persiguen a la nación helena, ejercen poderes
no democráticos ilegítimos, defendiendo los intereses de clase que ahora
tanto nos afligen (...)
En este sentido, el aplastamiento de la elección política tomada por los
griegos es un componente necesario para el sistema dominante. El
neoliberalismo es intrínsecamente incompatible con la democracia, ya que
la gente, al final, siempre se rebela contra la austeridad, y la
tiranía fiscal acaba prescribiendo.
La razón es muy sencilla, el
verdadero camino a la servidumbre consiste en desinvertir en democracia
en nombre de la élite (echen una ojeada a los cinco personajes que la
Troika había puesto a negociar: Tusk, Juncker, Schulz, Dijsselbloem y
Draghi). (...)
Alemania a fecha de hoy sigue sin querer reducir sus superávits por
cuenta corriente mediante políticas que faciliten un mayor consumo de
sus familias. Tampoco quiere asumir las consecuencias del riesgo precio
de las inversiones de sus bancos.
Éstos canalizaron el ahorro de los
alemanes hacia actividades y activos sin llevar a cabo el
correspondiente análisis de riesgos, obligando a españoles e irlandeses,
por ejemplo, a rescatarles mediante la socialización de las pérdidas
bancarias.
Y encima, para rematar, Alemania sigue sin asumir una unión fiscal que implicaría un proceso de mutualización de las deudas
dentro de Europa y la imposición en los mecanismos de resolución en los
rescates bancarios a costa de acreedores y no de contribuyentes.
Por
eso, el euro, en definitiva, y frente a lo generalmente asumido, puede
que en realidad haya supuesto, al final, un subsidio del sur de Europa a
Alemania, al transformarse en una mera relación acreedor-deudor." (Juan Laborda, Vox populi, 08/07/2015)
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