"Pase lo que pase el domingo en el referéndum, y a continuación en
Bruselas o Atenas, la decisión del Gobierno griego de levantarse de la
mesa de negociaciones con las instituciones europeas y el FMI ya tiene
un resultado neto: el fin de la ilusión económica de que la deuda del
país heleno, se mida como se mida, es pagable.
Con lo cual ha cambiado
el terreno de juego: ya no son sólo reformas a cambio de dinero, sino
reformas a cambio de dinero más cualquier modalidad de quita de la
deuda. Unos y otros tendrán que decir sobre la misma lo que Tito
Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Ello confirma lo que tantos economistas, fuera del mainstream
académico y profesional, llevan años diciendo: el primer problema de
Grecia es un error de diagnóstico; no se trata sólo ni prioritariamente
de una crisis de liquidez (lo que se podría arreglar con inyecciones
coyunturales de dinero) sino de solvencia (la deuda acumulada).
Lo acaba
de escribir la notable economista romana Mariana Mazzucato, lo han
corroborado dos Nobel como Krugman y Stiglitz, y lo han confirmado 20
economistas de primera línea (entre ellos el propio Stiglitz, Thomas
Piketty, Mary Kaldor, James Galbraith, José Antonio Ocampo, etcétera),
en un manifiesto que denominan “llamamiento a los líderes europeos para
que eviten un error histórico” y en el que recuerdan que la política de
austeridad aplicada a Grecia “ha sido desacreditada por el propio
departamento de investigación del FMI”.
La cuestión que inmediatamente se plantea es la siguiente: si los
principales científicos sociales de todo el mundo (europeos y no
europeos) que representan, en términos generales, las formas de pensar y
los valores de la socialdemocracia, entienden que hay un problema de
solvencia en la economía griega que sólo se puede arreglar aligerando la
carga de la deuda, y que las políticas de austeridad han fracasado
porque –además de aumentar esa deuda pública en más de 40 puntos (del
140% al 180% del PIB) en los años de los dos planes de rescate- han
arruinado a la sociedad y han reducido aun más la capacidad recaudatoria
del Estado, ¿por qué los políticos socialdemócratas están
desaparecidos, en el mejor de los casos, de la crisis griega, y en el
peor son gregarios de las políticas más conservadoras de Merkel et alii?
La respuesta más alicorta, pero quizá la más exacta, a este
interrogante es la siguiente: los socialdemócratas no quieren dar bazas a
los partidos nacidos a su izquierda en los países del sur de Europa,
verdaderos laboratorios del cambio social motivado por la crisis
económica, y que les disputan la hegemonía en el seno de la izquierda.(...)
La discusión sobre si la responsabilidad mayor de la ruptura ha sido del
Gobierno griego o de los negociadores del resto de Europa es inane para
el futuro. (...)
Lo más significativo es que los políticos de la vieja Europa dan una
terrible sensación de ineficacia cada vez que se enfrentan a un problema
mayor: ocurrió con Ucrania, ha sucedido con las masivas muertes de
inmigrantes en el Mediterráneo, y se han hecho explícitas en un grado
mayor en la relación con Grecia.
Muy desmoralizador para cualquier europeísta." (CTXT, 01/07/20159
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