"El pasado 15 de jujio, el semanario alemán Die Zeit publicó el artículo que a continuación se reproduce, traducido de la versión original en lengua inglesa del autor.
La razón por la que cinco meses de negociaciones entre Grecia y
Europa terminarán en un punto muerto es que el Dr. Schäuble estaba
resuelto desde el comienzo a que así fuera.
Cuando acudí a mis primeras reuniones en Bruselas a comienzos de
febrero, estaba ya formada una potente mayoría dentro del Eurogrupo.
Giraba en torno de la severísima figura del ministro de finanzas alemán,
y su misión era bloquear cualquier acuerdo que pudiera construirse sobre terreno común entre nuestro recién elegido gobierno y el resto de la Eurozona. [1]
De modo que cinco meses de intensas negociaciones jamás tuvieron una
perspectiva de éxito. Condenadas a terminar en punto muerto, su
propósito no era otro que allanar el camino de lo que el Dr. Schäuble
había decidido por su cuenta que era “óptimo” mucho antes de que nuestro
gobierno hubiera ganado las elecciones, y es a saber: que Grecia tenía
que ser expulsada de la Eurozona a fin de disciplinar a los Estados
miembros que se resistían a su muy específico plan de reestructuración
de la Eurozona.
Eso no es teoría de mi cosecha. ¿Y cómo sé yo que el
Grexit era un parte importante del plan del Dr. Schäuble para Europa?
¡Pues porque él mismo me lo dijo! (...)
El Dr. Schäuble (...) ha dejado claro su plan de forjar una unión política. “Idealmente, Europa debería ser una unión política”,
dejó dicho en un artículo coescrito con Karl Lamers, el antiguo jefe
democristiano alemán de asuntos exteriores (Financial Times, 1º
septiembre 2014). (...)
El plan Schäuble-Lamers descansa en dos ideas: “¿Por qué no disponer de
un Comisario europeo de presupuesto” –se preguntaban Schäuble y Lamers—
“con poderes para rechazar presupuestos nacionales, si resultaran
incongruentes con las reglas aprobadas por todos nosotros de consuno?”.
“También estamos a favor –añadían— “de un ‘Parlamento de la Eurozona’
compuesto por los primeros ministros de los países de la Eurozona, a fin
de robustecer la legitimidad democrática de las decisiones que afecten
al bloque de la moneda única”. (...)
Una democracia federal, como Alemania, los EE UU o Australia, se
funda en la soberanía de sus ciudadanos según se refleja ésta en el
poder positivo de sus representantes para legislar lo que convenga en
nombre del pueblo soberano.
En vivo contraste con eso, el plan Schäuble-Lamers prevé sólo poderes negativos:
un cacique del presupuesto de la Eurozona (acaso una versión
glorificada del Presidente del Eurogrupo) únicamente investido de
poderes negativos o de veto sobre los Parlamentos nacionales.
El
problema aquí es doble. Primero: no sería suficiente para salvaguardar
la macroeconomía de la Eurozona. Y en segundo lugar, violaría principios
básicos de la democracia liberal occidental. (...)
Además, cada vez que procediera a actuar vetando un presupuesto
nacional, lo que estaría haciendo el nuevo alto cargo es anular la
soberanía de un pueblo europeo sin que esa soberanía hubiera sido antes
reemplazada por una soberanía de orden superior a nivel federal o
supranacional. (...)
Ni podría tampoco ninguna Eurocámara, ni siquiera el propio Parlamento
Europeo –carente él mismo de poder para legislar a su buen placer–,
legitimar el poder de veto sobre los Parlamentos nacionales del
Comisario de Presupuesto. (...)
los ministros de finanzas de la Eurozona suelen volver de las
reuniones del Eurogrupo lamentándose en sus respectivos países de las
decisiones que acaban de suscribir y pertrechados con la excusa habitual
de que “era lo que mejor que podíamos negociar en el Eurogrupo”.
La eurocrisis ha ensanchado repulsivamente esa laguna hasta alcanzar
al corazón mismo de Europa. Un cuerpo informal, el Eurogrupo, que ni siquiera lleva las actas de sus reuniones,
que no está restringido por regla escrita alguna que no debe responder
ante absolutamente nadie, está a cargo de la gestión del mayor espacio
macroeconómico del mundo de la mano de un Banco Central que debe lidiar
con normas vagas que va improbando sobre la marcha, y no hay cuerpo
político ninguno que suministre el necesario basamento de legitimidad
política en que puedan descansar las decisiones fiscales y monetarias.
¿Pondrá el plan del Dr. Schäuble remedio a este indefendible sistema de
gobernanza? Como mucho, revestiría con un manto de pseudolegitimidad la
ineficiente macrogobernanza y el autoritarismo político actuales del
Eurogrupo. (...)
En mayo pasado, en los tiempos muertos de otra reunión del Eurogrupo,
tuve el privilegio de una fascinante conversación con el Dr. Schäuble. (...)
En esa conversación me resultó sobradamente claro que el Plan del Dr.
Schäuble era el eje en torno al que giraba la mayoría de los ministros
de finanzas.
Aunque no se aludió directamente al Grexit en ese Eurogrupo compuesto
por los diecinueve ministros más los líderes de las instituciones, las
referencias veladas al asunto estuvieron ciertamente presentes. Escuché a
un colega decir que los Estados miembros que no puedan cumplir sus
compromisos no deberían contar con la indivisibilidad de la Eurozona,
porque la esencia de la misma era la disciplina reforzada.
Algunos
mencionaron la importancia de conferir a un Presidente permanente del
Eurogrupo poder de veto sobre los presupuestos nacionales. Otros
hablaron de la necesidad de instituir una Eurocámara de parlamentarios
para legitimar la autoridad de ese presidente permanente.
Ecos del plan del Dr. Schäuble reverberaban por toda la sala.
A juzgar por lo dicho en esa reunión del Eurogrupo y por mis
discusiones con el ministro alemán de finanzas, el Grexit figura en el
plan de Dr. Schäuble como un movimiento crucial para ponerlo en marcha.
Una escalada controlada de los sufrimientos de los inveteradamente
dolientes griegos –intensificada con un cierre bancario aunque mitigada
con algún tipo de ayuda humanitaria— se dibujaba como présago de una
Nueva Eurozona.
Por un lado, el destino que aguardaba a los manirrotos
griegos haría las veces de cuento moral perfectamente
entendible por los gobiernos que jugaran con la idea de desafiar las
“reglas” existentes (por ejemplo, el italiano) o de resistirse a la
transferencia de soberanía nacional presupuestaria al Eurogrupo (por
ejemplo, el francés).
Por el otro, la perspectiva de transferencias
fiscales (limitadas) –por ejemplo, una unión bancaria más estrecha y un
fondo común para el desempleo– ofrecería la zanahoria precisa (ansiada
por las naciones pequeñas) (...)
La realidad es que un Eurogrupo a merced del plan –y de la estrategia– del Dr. Schäuble jamás albergó seriamente intención ninguna de acordar a Grecia un New Deal
que reflejara los intereses comunes de los acreedores y de una nación
cuyos ingresos han sido aplastados y cuya sociedad se ha visto
fragmentada como resultado de un “Programa” horriblemente diseñado.
La
insistencia de la Europa oficial en que ese fracasado “Programa” fuera
adoptado por nuestro nuevo gobierno “o nada” no era sino disparador de
la puesta en marcha del plan del Dr. Schäuble. (...)
¿Qué piensa usted, querido lector? ¿Le resulta congruente el plan del
Dr. Schäuble con sus sueños de una Europa democrática? ¿No disparará
acaso su puesta en marcha –por la vía de tratar a Grecia como algo a
mitad de camino entre un Estado paria y un cordero sacrificial– un
proceso de inestabilidad económica y autoritarismo político en
retroalimentación permanente?" (Yanis Varoufakis , Sin Permiso
, en Diagonal, 20/07/15)
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