"(...) ¿Terminará Grecia saliendo del euro?
Alguien saldrá del euro en algún momento, ya que la política elegida ha
quedado meridianamente esclarecida. Syriza llegó con la esperanza de
que sería posible negociar un acuerdo económico realista dentro del
euro, y la evidencia es ahora clara sobre este punto. (...)
Bajo semejantes premisas hay poco espacio para que se produzca un avance sensible en el proyecto europeo.
Tendría que venir de un movimiento político que trascienda las
fronteras de los países individuales, en particular de los países en
crisis, y que se extienda sobre todo a Francia y Alemania. Sin un
movimiento de este tipo, sin una transformación real en la política de
los países, sus gobiernos y las entidades que ejercen influencia
continuarán comportándose como lo han hecho hasta ahora. (...)
El hecho de que existan soluciones sensatas, pero que no
se estén teniendo en cuenta simplemente significa que más adelante se
tomarán medidas aún más difíciles y arriesgadas.
En algún momento, algún país va a llegar a la conclusión de que realmente es imposible lograr una transformación efectiva dentro del euro y decidirá dar el salto y salirse. En ese momento el curso de la Historia habrá cambiado. Ese país podría no ser Grecia, que está abatida en este momento, pero podría ser Irlanda, por ejemplo.
En algún momento, algún país va a llegar a la conclusión de que realmente es imposible lograr una transformación efectiva dentro del euro y decidirá dar el salto y salirse. En ese momento el curso de la Historia habrá cambiado. Ese país podría no ser Grecia, que está abatida en este momento, pero podría ser Irlanda, por ejemplo.
¿Por qué Irlanda?
Irlanda nos viene a la mente porque sus socios comerciales son el Reino
Unido y Estados Unidos, no la Europa continental, por lo que su
pertenencia al euro fue algo incidental y muy bien podría decidir que es
mejor para sus intereses volver a la libra irlandesa.
¿Qué piensa de España? El país está creciendo, la demanda interna se
acelera, e incluso el sector de la construcción está ganando impulso.
España se está exhibiendo como un ejemplo exitoso de esa fórmula de
austeridad ahora y política de oferta después.
España es un país mucho más grande y más potente que Grecia y sufrió un
ajuste mucho más suave. España tiene una cierta flexibilidad política
que Grecia no tiene, pero creo que la prueba de los límites de esa
flexibilidad vendrá más tarde.
Cuando el gobierno español intente llevar a España a un nivel de empleo decente, por ejemplo, eso será la verdadera prueba de hasta qué punto un país grande puede forzar el sistema. Puede haber, como usted dice, algunos indicadores positivos, pero enfrente tiene la realidad de una tasa de desempleo exorbitante. (...)
Cuando el gobierno español intente llevar a España a un nivel de empleo decente, por ejemplo, eso será la verdadera prueba de hasta qué punto un país grande puede forzar el sistema. Puede haber, como usted dice, algunos indicadores positivos, pero enfrente tiene la realidad de una tasa de desempleo exorbitante. (...)
Así que después de ser observador y participante en última crisis de la zona euro, ¿cómo ha quedado su fe en la moneda única?
Ha caído mucho, se lo puedo asegurar. Creo que está claro que la zona
euro no se está gestionando bajo principios que resulten viables
económicamente para los países de la periferia, así que algo tiene que
cambiar.
También está bastante claro que no parece que el cambio de dirección vaya a ir en el sentido más adecuado, que es el que proponemos Yanis Varufakis, Stuart Holland y yo, y que implica el fortalecimiento de las economías de los países periféricos en un marco de integración.
Esto está obligando a la izquierda de Europa a reconsiderar su compromiso con el marco económico europeo que existe en la actualidad. Es evidente que el cambio es imperativo y en qué dirección se producirá depende de si hay visión en el centro. Por el momento no hay ninguna señal de que la haya. El caso griego muestra que no persiste otra visión que la más miope y la más orientada a favor de grupos de interés.
También está bastante claro que no parece que el cambio de dirección vaya a ir en el sentido más adecuado, que es el que proponemos Yanis Varufakis, Stuart Holland y yo, y que implica el fortalecimiento de las economías de los países periféricos en un marco de integración.
Esto está obligando a la izquierda de Europa a reconsiderar su compromiso con el marco económico europeo que existe en la actualidad. Es evidente que el cambio es imperativo y en qué dirección se producirá depende de si hay visión en el centro. Por el momento no hay ninguna señal de que la haya. El caso griego muestra que no persiste otra visión que la más miope y la más orientada a favor de grupos de interés.
Una política económica que consiste en el saqueo de los activos de los
sectores público y privado de los países deudores no es algo que vaya a
ser asumido con ligereza por las poblaciones de esos países. (...)" (Entrevista a James K. Galbraith, Luis Martín
, eldiario.es, 31/08/2015)
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