"(...) Desde que estalló la crisis en Europa se dice repetidamente que es
necesario aplicar las reglas y los tratados fundamentales de la unión
monetaria. Esa retórica se refiere en primera instancia a la necesidad
de pagar las deudas adquiridas y, en segundo lugar, a la imposibilidad
de rescatar a una economía en peligro de caer en insolvencia y
suspensión de pagos.
¿Cuál es el fundamento legal de la segunda
regla? Normalmente se hace referencia al artículo 125, párrafo primero, del Tratado de la Unión Europea en su versión consolidada.
Esa disposición dice que ni la
Unión, ni los estados miembros asumirán o responderán de los compromisos
de los gobiernos centrales, autoridades regionales o locales u otras
autoridades públicas, o empresas públicas de los estados miembros, sin
perjuicio de las garantías financieras mutuas para la realización
conjunta de proyectos específicos.
Este artículo es la expresión de lo que comúnmente se ha llamado la cláusula de
no rescateen el contexto de la crisis europea. Pero la letra de esta disposición solamente prohíbe a la Unión o a los estados miembros asumir las deudas de otros estados miembros. No prohíbe hacer préstamos para ayudar a otro Estado miembro a superar una crisis.
Lo más importante: ¿dónde se prohíbe explícitamente la
restructuración de deudas de un Estado miembro? La respuesta: en ninguna
parte. El artículo 125.1 no prohíbe la reducción de tasas de interés ni
la extensión de plazos o el posponer el pago de intereses o de
principal. Schäuble y sus amigos en el Ecofin no tienen argumentos
legales para oponerse a una restructuración de la deuda griega. Lo único
que les queda es aferrarse al dogma neoliberal.
Aunque lo anterior puede parecer extraño, esta es la interpretación
avalada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en el
caso Pringle contra el gobierno de Irlanda. El TJUE está encargado de la
interpretación y aplicación del marco legal de la Unión Europea.
Ese
caso fue iniciado por el diputado irlandés Thomas Pringle al cuestionar
el procedimiento de creación y la legalidad misma del mecanismo europeo
de estabilidad (MES). Este mecanismo fue creado en 2010 por la vía
rápida y formalizado en un tratado especial en 2012.
El mandato del MES
es velar por la estabilidad macroeconómica y asegurar el funcionamiento
de los fondos de rescate que marcaron las primeras respuestas de las
instituciones europeas frente a la crisis. En el caso Pringle el
Tribunal desestimó el alegato de Pringle, tanto en el tema de fallas de
procedimiento, como en el aspecto medular sobre el MES.
No sorprendió entre los economistas y los enamorados de los dogmas
sobre libre mercado el fallo del TJUE. Pero en el ámbito forense esta
decisión se vio con preocupación. Se trata de un fallo superficial que
no corrige los vicios de origen de muchos cambios introducidos en los
tratados constitutivos de la UE para
tranquilizar a los mercados financieros.
El ejemplo anterior no es el único con bases legales endebles. El
programa del Banco Central Europeo (BCE) sobre Transacciones monetarias
directas (OMT, por sus siglas en inglés) es otro ejemplo importante.
Ese
mecanismo permite al BCE comprar bonos de corto plazo en el mercado
secundario para reducir el costo de financiamiento para países europeos.
Pero hoy la controversia legal subsiste: el anuncio de la creación del
OMT en una rueda de prensa es casi el único fundamento
legalde dicho programa. Estoy exagerando, claro, pero no por mucho.
Desde que estalló la crisis el régimen de derecho en la Unión Europea
se encuentra sometido a tensiones insoportables. El ‘modo de
emergencia’ ha conducido a delegarle al BCE todo tipo de facultades,
algunas de las cuales carecen de fundamentos legales robustos y otras
simplemente hacen que la idea de rendición de cuentas sea una mala
broma. El rescate es y será para los amigos.
Hoy los gobiernos e instituciones europeas le responden cada vez
menos a la gente. El estado de derecho se ha convertido en el manto
protector de la arbitrariedad. La ayuda y la flexibilidad para los
amigos y aliados, la regla dura y la rigidez para nuestros enemigos.
Esas son las verdaderas reglas de Schäuble y sus amigos.
La señora Christine Lagarde lo dijo en 2011 con gran claridad: los
líderes de la Unión Europea tuvieron que violar la ley para salvar al
euro. (...)" (Alejandro Nadal, Publicado en La Jornada , en Attac España, 02/10/2015)
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