"Los tiempos de crisis son los más propicios para realizar ajustes para
paliar o corregir fallos en el sistema. El contexto actual, por lo
tanto, es quizás el idóneo para implementar al fin y de la manera más
ambiciosa posible el Impuesto sobre Transacciones Financieras (ITF). Así
se demostraría, por un lado, la necesidad de poner más regulaciones al
mercado financiero y, por otro, más autoridad por parte de los Gobiernos
frente a los mercados. (...)
El impuesto, también conocido como Tasa Robin Hood, sigue
siendo objeto de negociaciones en busca de su diseño final. El más
ambicioso, y por el que apostamos algunos partidos y la sociedad civil,
es el propuesto por la Comisión Europea en 2011, que consiste en aplicar
un pequeño impuesto (0,1%) sobre la compra y venta de acciones y bonos,
y otro (0,01%) sobre los productos derivados. (...)
En un primer momento se aplicaría en los 11 países de la UE que están
decididos a implementarla: Bélgica, Alemania, Estonia, Grecia, España,
Francia, Italia, Austria, Portugal, Eslovenia y Eslovaquia, aunque lo
ideal sería que con el tiempo se aplicase en el resto de países de la
Unión.
Y siempre se haría bajo los "principios de emisión y
establecimiento": pagarán la tasa las entidades bancarias, gestores de
fondos de alto riesgo y otras instituciones financieras (no los
ciudadanos) que tengan domicilio fiscal en alguno de estos países y los
productos que emitan en ellos. (...)
El último ECOFIN de septiembre no ha servido para alcanzar un
principio de acuerdo como se esperaba, debido al gran número de asuntos
técnicos que quedan por resolver. Si bien sabemos que se han llegado a
acuerdos sobre algunos temas importantes, la decisión final aún parece lejana.
Hoy, 6 de octubre, habrá un nuevo ECOFIN donde los ministros de los 11
países se reunirán.
Es otra gran ocasión para alcanzar un acuerdo
ambicioso en cuanto al porcentaje del impuesto y el destino de los
fondos y, sin embargo, parece que no habrá avances en este aspecto: ni
siquiera está incluido en la agenda. Mientras no exista determinación
para poner el impuesto en marcha, millones de euros se dejan de ingresar
en los diferentes países que han de implementarlo, muchos de ellos
castigados por la crisis y las medidas de austeridad.
El Impuesto a las Transacciones Financieras, pese a todo, no es la
panacea: no va a acabar con ciertas prácticas negativas del mercado
financiero ni ha de concebirse como la solución definitiva; acaso como
un avance en el necesario control de este tipo de transacciones.
Y
también, por supuesto, como una importantísima fuente de recaudación: se
estima que Europa podría recaudar entre 30.000 y 35.000 millones de
euros al año; 5.000 millones en España. Una suma de dinero
importantísima que ayudaría a luchar de una manera decisiva contra las
desigualdades sociales y el cambio climático." (
Manuel de la Rocha Vázquez /
Carles Campuzano /
Nacho Álvarez Peralta /
José Antonio García Rubio
, El País, 6 OCT 2015)
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