"(...) La propia OTAN, como tal, está mucho más preocupada por los “avances”
rusos -los insólitos desafíos militares de Moscú, primero en Ucrania y
ahora en Siria- que por el Estado Islámico que militarmente no es gran
cosa. (...)
En Siria hay tres fuerzas que combaten al espectro señalado por la
resolución de la ONU: el régimen de Asad, dictatorial y sanguinario, los
rebeldes kurdos y la aviación rusa. Las potencias occidentales y sus
amigos del Golfo son hostiles a los tres; el cambio de régimen en
Damasco ha sido hasta ahora la prioridad occidental, los rebeldes kurdos
son bombardeados por Turquía, y el derribo del avión ruso y los apoyos
que ha recibido en Bruselas y Washington, hablan por si solo.
Y eso en
la hipótesis más optimista de que no hubiera un acuerdo previo de
Turquía con la OTAN respecto al derribo del avión.
Para quienes definen la estrategia belicista en Bruselas y Washington
-que son los mismos- que Rusia se haya metido en el avispero sirio y
que el ejercito de Asad avance posiciones gracias a ello, es mucho peor
que el Estado Islámico. Respecto a Turquía y los amigos del Golfo, basta
con echar un vistazo al documentado informe de Nafeez Ahmed, un conocido periodista británico de The Guardian, para comprender el alcance de la broma.
Turquía ha proporcionado miles de pasaportes falsos al Estado Islámico, incluido a sus brigadistas
europeos que entran y salen de la UE como Pedro por su casa, como se ha
demostrado trágicamente en París. Turquía ha permitido el tránsito de
columnas islamistas por su territorio para atacar a los kurdos en la
ciudad siria de Serekaniye, informó el año pasado Newsweek.
“Comandantes del Estado islámico nos decían que no temiéramos nada
porque había una plena cooperación con los turcos”, explicó un técnico
de esa organización citado por el semanario. En los tribunales y diarios
turcos, son abrumadoras las pruebas y testimonios de esa complicidad,
tanto en tráfico de armas, como de personas y de petróleo a lo largo de
la frontera.
El periodista Ahu Ozyurt del diario Hurriyet ha
explicado su “conmoción” al conocer los sentimientos pro Estado Islámico
de los “pesos pesados del AKP -el partido de Erdogan- en Ankara. “Son
como nosotros, luchando contra siete grandes potencias en la guerra de
independencia”, señalaba uno de ellos. “Prefiero tener al Estado
Islámico de vecino que no al PKK”, el partido kurdo, decía otro, citado
en el mencionado informe de Nafeez Ahmed.
Mientras las modernas armas antitanque occidentales y la financiación
llegan al Estado Islámico y otras franquicias integristas a través de
los amigos del Golfo, y mientras el petróleo y las personas circulan a
través de la frontera turca, en Occidente se asombran por la resistencia
y la expansión del proclamado enemigo, cuya logística y economía cuenta
con complicidades tan flagrantes como inconfesables. (...)
El martes en Washington Hollande propuso a Barack Obama que se selle
la frontera turco-siria, un propósito elemental dada la situación, pero
el Presidente de Estados Unidos no estuvo nada receptivo al respecto. Su
mensaje general, además de defender el derribo del avión ruso, fue que
Rusia no puede ser un “socio fiable” mientras apoye a Bashar el Asad.
“Detrás de la idea de una “gran y única coalición” contra el Estado
Islámico que Hollande abrazó en su marcial discurso de Versalles del día
16, “está la voluntad de los rusos de primar sobre los americanos en
Europa y dividir a la OTAN”, advierte un experto americano en
declaraciones a Le Figaro. La lógica de bloque, de hacer pagar
caro a Moscú su desafío militar -en Ucrania y en Siria- pesa en
Washington mucho más que cualquier veleidad de coalición. (...)
Sin sus amigos, sus cómplices y sus flujos, en y desde Turquía,
Arabia Saudita y Qatar, el Estado Islámico no tendría gran cosa que
hacer. El problema de la OTAN es que no puede actuar de verdad contra el
Estado Islámico sin fortalecer a Asad y a los rusos, lo que aún
incrementa más la ambigüedad.
Un estudio de la Rand Corporation de Estados Unidos, institución
estrechamente vinculada al complejo militar-industrial, evocaba en 2008
así el nudo de la aparente incongruencia: tras evocar la “fuerte
dependencia” que las economías de los países industrializados tienen del
petróleo de Oriente Medio, concluía que, “Estados Unidos tiene motivos
para mantener la estabilidad y buenas relaciones” con esos países.
Naturalmente, siempre y cuando estén en el cuadro de la geopolítica
occidental.
No era el caso de Siria, que se alineó con un proyecto energético
ruso-iraní, negándose a firmar en 2009 el proyecto de oleoducto para
llevar crudo saudí hasta Turquía. En lugar de eso Asad firmó en 2011 un
acuerdo de 10.000 millones para otro oleoducto desde Irán-Iraq hasta el
Mediterráneo (es decir hasta la Unión Europea), vía Siria, con
participación de Gazprom el gran consorcio energético ruso.
Eso
eran palabras mayores que invitaban a Europa hacia una mayor autonomía
internacional, algo a evitar. (...)
Fue entonces, en 2011, cuando empezaron los problemas para Asad.
250.000 muertos después, todos bombardean un país que ya ha dejado de
existir, generando ese tipo de desolación material que es el caldo de
cultivo para nuevos y futuros monstruos.
Las víctimas de París son inseparables del más de millón de muertos
que se ha cobrado hasta ahora la desastrosa serie de guerras emprendidas
después del 11-S neoyorkino.“Formamos parte del terrorismo porque en
Oriente Medio vendemos armas y libramos guerras petroleras y
gasísticas”, dice Oskar Lafontaine.
“Hasta que los Obama, Merkel y
Hollande no comprendan que las madres de Afganistán, Iraq, Siria, Yemen,
y de todos los lugares en los que la “comunidad de valores Occidental”
promueve guerras, lloran a sus hijos igual que las de París, no
estaremos en situación de luchar contra el terrorismo”, dice Lafontaine.
“La causa del terrorismo está en las guerras entre potencias para
controlar una zona del mundo en la que se produce una riqueza
inmensa », dijo ayer Jean-Luc Mélenchon en el Parlamento Europeo." (Rafael Poch, 26 noviembre, 2015)
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