"(...) La ampliación de las rebajas es en buena parte consecuencia de la
crisis económica y del empobrecimiento de las clases medias.
La economía
de mercado ha ido perfilando sus nuevos consumidores. Muchos productos y
servicios ya no van dirigidos a aquella clase media de principios de
siglo, orgullosa, influyente y con un poder adquisitivo creciente, sino
que son fabricados o atendidos por empresas low cost.
Las clases medias que atraviesan la crisis han perdido
progresivamente sus señas de identidad de grupo, ya que cada vez más
representan a la mayor parte del cuerpo social, del que estarían
excluidos por abajo los parados, los precarios y los "trabajadores
pobres", y por arriba unas capas reducidas que se benefician de la
riqueza generada por el patrimonio heredado, el conocimiento, o por
haber sido los beneficiarios de la coyuntura.
Esta clase media se
caracteriza —y busca— por las rebajas y por el consumo de bajo coste:
Ikea, Ryanair, Ahorra Más, Primark, HM, Zara... un universo en expansión
de marcas y empresas planetarias low cost.
Los estudiosos Massimo Gaggi y Edoardo Narduzzi (El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste, Lengua de Trapo) hablan de cuatro segmentos sociales:
1) Una aristocracia muy patrimonializada (riqueza) y acaudalada
(renta), capaz de asegurar consumos significativos de bienes de lujo.
2) Una pequeña élite de tecnócratas del conocimiento con rentas
medias-altas y notable capacidad de consumo; raramente ascienden al
Olimpo de los millonarios sino que, con más facilidad, pueden
encontrarse "degradándose" en la masa.
3) Una sociedad masificada de rentas medias-bajas, a la que la
industria de bajo coste y las rebajas garantizan el acceso a bienes y
servicios en otro tiempo reservados a las clases más acomodadas. Son la
denominada ryanair society, o sociedad de bajo coste: elementos
de decoración diseñados por Philippe Starck pero a precios de Ikea, o
cruceros en naves nodriza que parecen rascacielos flotantes.
4) Una clase precarizada y con escaso poder adquisitivo, que consume
bienes de primera necesidad, sustituye el coche particular por el
transporte público, y vive de servicios sociales esenciales cada vez más
próximos a modelos del Tercer Mundo.
Las capas 3) y 4) echan a temblar cada vez que llegan nuevos
gobernantes y oyen hablar de flexibilidad. Para aquellos, flexibilidad
salarial significa siempre ajustar lo que ganan a la baja; la
flexibilidad del empleo es aumentar la capacidad, fácilmente y con
menores costes, de ser despedidos o de cambiar su nivel profesional, lo
que significa una reducción de la seguridad y la protección al
desempleo. Se han retraído las conquistas construidas desde la Segunda
Guerra Mundial.
La flexibilidad equivale a aumentar de modo sistemático
la vulnerabilidad de los ciudadanos como precio a pagar, supuestamente
necesario, para mantener la inversión y el empleo. Cada retroceso
económico se atribuye a la falta de flexibilidad y a la tardanza en
emprender una nueva "reforma estructural del mercado de trabajo". (
Joaquín Estefanía , El País,
30 NOV 2015)
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