"(...) Y es que ni todos los países son iguales ni tienen la misma
influencia en Bruselas. La discriminación fue evidente desde el
principio, cuando tanto Francia como Alemania sobrepasaron ampliamente
el déficit fijado por el Pacto de Estabilidad sin que las autoridades
comunitarias fuesen capaces de llevar adelante el expediente de déficit
excesivo.
El último ejemplo lo hemos tenido recientemente en la aceptación por
Bruselas del sistema que el Gobierno italiano ha diseñado para sanear a
sus bancos, consistente en que las entidades financieros titularicen en
paquetes la enorme cantidad de créditos fallidos o dudosos con el aval
del Estado.
Italia se libra así de sufrir un rescate similar al que
padeció España en el pasado, y no se ve obligada, por tanto, a los
ajustes y reformas que se impusieron a nuestro país, y los bonistas y
accionistas de los bancos se han librado, al menos por ahora, de las
quitas que podrían sufrir de haber adoptado el otro camino.
Resulta sorprendente que el BCE no haya puesto ningún reparo y que la
única condición exigida por la Comisión sea que las operaciones se
realicen a valor de mercado para no violentar la competencia con
respecto a otros bancos, lo que sería en caso contrario ayuda de Estado.
Lo más insólito es que este acuerdo se produce después de la creación
en 2014 del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), dependiente del BCE y
que asume la inspección al menos de los grandes bancos considerados
sistémicos y, sobre todo, del Mecanismo Único de Resolución (MUR),
constituido con la finalidad de que la intervención de las entidades
financieras en dificultades no sea tarea de los gobiernos nacionales
sino de la UE. (...)
Tal como afirma la presidenta del MUR, Elke König, el rescate de los
bancos con dinero público es cosa del pasado. Pues bien, el plan
diseñado por el Gobierno italiano para sanear sus bancos y aceptado por
las autoridades europeas desmiente esta última aseveración, al menos
para algunos países.
Es evidente que los contribuyentes italianos se
verán obligados a asumir las posibles pérdidas, cosa harto probable,
dado que el Estado garantiza la titulización. Aun cuando el ministro de
Economía italiano, Pier Carlo Padoan, ha conseguido que en los avales
que se van a conceder no se tengan en cuenta ni en el déficit ni en el
stock de la deuda pública, lo cierto es que son un pasivo contingente
que aumenta el riesgo de endeudamiento público, tanto más cuanto que
previsiblemente van a ser activos tóxicos.
A pesar de que hace poco más de tres años la situación de Italia era
parecida a la de España y que los dos países sufrieron fuertemente el
acoso de los mercados con la prima de riesgo a niveles prohibitivos, la
trayectoria posterior, desde que el BCE intervino en el mercado, ha sido
diferente.
El Gobierno español se sometió de forma disciplinada a los
distintos mandatos que venían tanto de la Comisión como del BCE y
acometió la reforma del sistema bancario, mientras que los mandatarios
italianos tiraron balones fuera, marearon la perdiz e hicieron como si
acometiesen reformas; ahora emprenden la reforma del sistema bancario,
pero con un plan propio y saltándose las reglas estipuladas.
Bien es verdad que la situación actual es muy distinta de la de hace
tres o cuatro años. La actuación del BCE impide cualquier movimiento
especulativo sobre los bonos de los países.
Pero, sobre todo, la
explicación de que Bruselas haya aceptado el plan hay que buscarla en la
influencia que Italia tiene sobre las instituciones europeas y en los
puestos de suma importancia que ocupan algunos italianos en Europa:
Mario Draghi como presidente del BCE, sin duda la institución con más
poder de la Eurozona; Andrea Enria, presidente de la Autoridad Bancaria
Europea; Ignazio Angeloni en el Mecanismo Único de Supervisión y Marco
Buti como director general de Asuntos Económicos. Igual que España,
vamos." (Juan Francisco Martín Seco, Attac España, 20/02/16)
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