"La última crisis económica no ha terminado del todo mientras que una
nueva podría estar a punto de surgir. Los europeos han sufrido durante
años y años el desempleo, un deterioro de su calidad de vida y unos
recortes en los servicios sociales que se han hecho cuesta arriba hasta
la aniquilación.
La desintegración de Siria ha generado un maremoto de
miseria humana que rompe contra las fronteras y a veces deja sus
secuelas en las orillas del continente europeo. Y la derecha ya ocupa
una posición de poder con sus políticas populistas anti-inmigración,
desde Suecia hasta Francia, pasando por Grecia y Holanda.
Así que
cuando el exministro de Finanzas griego, el todoterreno Yanis
Varufakis, alerta de que Europa podría precipitarse hacia unos modernos
años 30, es momento de sentarse, escuchar y prepararse.
Cualquiera es capaz de predecir la próxima crisis económica y luego
atribuirse el mérito, pero esto es todo lo que sabemos. Nunca llegamos a
superar la anterior crisis: nos mantenemos en las secuelas del
desastre, una década perdida, y los gobiernos tendrán unas opciones
bastante más limitadas si se enfrentan a otro hundimiento.
En la
Eurozona -donde los miembros de la moneda única dejan poco margen de
maniobra y los años de recortes han derivado en una devastación social y
económica- una de cada 10 personas sigue en el paro.
Es
especialmente desalentador para los jóvenes, a quienes el desempleo
afecta en una quinta parte; en Grecia y España el número de parados
incluye casi a la mitad de ellos; en Italia, al 38%; y en Francia a casi
un cuarto .
El "licenciado sin futuro", como lo describe el periodista
Paul Mason, es reconocible por todo el continente. Un perfil que se
corresponde con la gente joven que descubre que las oportunidades que
esperan de su formación simplemente no existen. (...)
Y ahora el fantasma económico de 2008 parece estar nuevamente de gira.
El crecimiento global cada vez depende más de una economía china en
retroceso. Los temores crecen ante una recesión de Estados Unidos, el
despertar de la producción industrial europea y una posible crisis
crediticia en los bancos de Europa.
Las imágenes de inversores entrando
en pánico, y echándose las manos a la cabeza cuando se desploma la
bolsa, contribuyen a una sensación de déjà vu. (...)
¿Y quién está ahí aguardando mientras se prepara y se consolida? La
extrema derecha europea, que se está alimentando del desaliento de la
crisis económica y del revés contra los refugiados que huyen de la
violencia de Oriente Medio. Donde antes el objetivo principal era la
comunidad judía, ahora es la musulmana.
A pesar de que no consiguió el éxito previsto en las elecciones regionales de diciembre, el ultraderechista Frente Nacional
de Marine Le Pen -combinando una política anti-inmigración con una
audaz retórica de ataque contra la izquierda- ganó cerca de 7 millones
de votos en Francia. Aunque, afortunadamente, la líder tiene pocas
posibilidades de hacerse con la presidencia -al menos en el actual
ambiente político-, es bastante posible que encabece la primera vuelta.
Además, la formación de extrema derecha Demócratas de Suecia
-de origen neonazi- ha liderado en ocasiones las encuestas de opinión y
recibe el apoyo habitual de una quinta parte del electorado. He aquí un
partido cuyo líder identificó la expansión del Islam como "la mayor
amenaza extranjera desde la Segunda Guerra Mundial". En Finlandia,
afectada por la recesión económica, el partido de extrema derecha Verdaderos Finlandeses está actualmente en el Gobierno.
La Liga Norte de Italia
está avanzando posiciones en el país. Su líder, Matteo Salvini, ha
exigido desmantelar los asentamientos de gitanos, y Luca Zaia, tras
convertirse en gobernador de Venecia, reclamó el año pasado la expulsión
de los migrantes africanos. Mientras, el ultraderechista Partido de la Libertad de Austria
-cuyo presidente Jörg Haider fue acusado de simpatizar con los nazis-
no ganó las elecciones de Viena del año pasado pero batió el récord con
sus resultados.
Los sondeos en Holanda señalan que la formación
liderada por Geert Wilders, quien, como Donald Trump, quiere frenar la
inmigración musulmana para impedir una "invasión islámica", va en camino
de encabezar las elecciones generales.
En la Grecia azotada por la
austeridad, el partido neonazi Amanecer Dorado
aterroriza a los inmigrantes. Incluso en Alemania, donde en la
posguerra evitaron el auge del fascismo, los populistas de extrema
derecha de Alternativa para Alemania cada vez cuentan con más apoyos.
Por lo tanto, en la izquierda recae la responsabilidad de ofrecer una
salida alternativa. Es posible. España ha sido más castigada que muchos,
pero no se ha impuesto ningún partido radical derechas con políticas
anti-inmigración como los anteriores. En su lugar, el descontento
popular se ha catalizado en Podemos, un partido progresista que plantea
una alternativa a la austeridad.
Podemos ha prosperado gracias a
movimientos organizados en comunidades locales tales como las
plataformas contra los desahucios. Pero también vale la pena atender a
su enfoque de la comunicación.
El partido ha conseguido quedar muy por
encima de la habitual zona tradicional de las formaciones progresistas,
rompiendo con los símbolos y el lenguaje de la izquierda, incluso al
resistirse a usar ese lenguaje contra el de la "derecha".
Han atraído a
una generación joven desesperada con un mensaje implacable de optimismo y
esperanza. Podemos tiene un enfoque firmemente patriótico, pero que
redefine el patriotismo en favor de la mayoría contra la élite y libera
al país de la injusticia.
La izquierda -incluida la británica-
tiene mucho que aprender. Generar una alternativa convincente y
coherente a la tala y quema de la economía, entre otras razones porque
si otra crisis económica está en camino, es también totalmente
necesario.
Pero debería ser mucho más urgente entre las filas
izquierdistas, ya que las de la extrema derecha son más fuertes, están
mejor organizadas y posicionadas para beneficiarse ante cualquier crisis
inminente. La historia de Europa debería ser lo suficientemente
alarmante. Ha llegado el momento de prepararse, y rápido." (Owen Jones , The Guardian, en Rebelión, 13/02/016)
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