"(...) La ortodoxia dominante lleva décadas ofreciendo una serie de recetas
económicas basadas en diagnósticos erróneos sobre qué, cómo y por qué se
mueve la economía. No entienden ni el papel de la deuda privada, ni del
dinero.
Sus aproximaciones a las motivaciones que explican el
comportamiento de los consumidores y de las empresas son tremendamente
simplistas. Sus análisis sobre el ahorro y la inversión, sobre la
producción y la demanda, discutibles, sino falsos. La flexibilidad de
precios y salarios que sus huestes defienden, profundamente
desestabilizadoras.
Sus modelos sobre cómo se forman los beneficios
empresariales y qué determina la inversión productiva, erróneos. La
eficiencia de los mercados y el dogma de las expectativas racionales,
armas de destrucción masiva. Y así un largo etcétera. Como corolario,
las políticas económicas implementadas, un fracaso.
Sustrato ideológico e intereses de clase
Pero hay algo que se nos escapa. ¿Tanta incompetencia económica es
perdurable en el tiempo? La respuesta es sí, si con ello se favorece de
manera permanente a la clase dominante, a los más ricos, a los intereses
corporativos, facilitando la mayor concentración de poder económico y
político desde la Segunda Guerra Mundial.
Para ello cuentan sin duda con
unos medios de comunicación cada vez más concentrados y aduladores; y
con una maquinaria de propaganda institucionalizada a través de grupos
de reflexión y fundaciones conservadoras generosamente financiadas. (...)
Desde que iniciamos este blog hemos explicado hasta la saciedad las
razones de fondo subyacentes en la mezcla de política económica elegida
para afrontar la crisis sistémica. Por un lado, la expansión monetaria
sólo ha servido para proteger la riqueza de las élites.
Por otro, la
austeridad garantizaba la disponibilidad de fondos públicos para
rescatar a terceros, bancos básicamente; mientras, con la devaluación
salarial se implementaba el enésimo apretón de tuerca al factor trabajo.
Pero como el manual da cabecera de la superclase estaba lleno de
falsedades, erratas y demás inmundicias, se está produciendo lo
contrario a lo esperado. Hay más deuda, la banca está mal capitalizada,
la inversión productiva no llega, la pobreza y la desigualdad se
dispara.
En el camino, la enésima burbuja en los mercados por obra y
gracia de los Bancos Centrales. Y lo que mal empieza, mal acaba. Los
mercados financieros colapsan, los balances bancarios se hacen
insostenibles, los salarios se hunden, la demanda agregada y el comercio
mundial se contraen, y la Segunda Fase de la Gran Recesión a las
puertas.
Permítanme dos comentarios finales. Es falso que haya un exceso de
capacidad. Solo hay una sobrecapacidad brutal en el sector bancario y
financiero global. Lo que ocurre es que la demanda agregada está cayendo
–salarios bajos, ventas menores, descensos de beneficios, deuda
excesiva,…-
Y en el origen de todo ello, el papel que desempeñan las
finanzas en la promoción del capital productivo. El sistema financiero
evolucionó desde uno en el que predominaban los bancos comerciales
fuertemente regulados a otro, el actual, en el que los mercados
financieros se colocaron en el centro del sistema.
Como consecuencia, el
sistema financiero creció rápidamente en relación al sector no
financiero. En lugar de financiar el desarrollo y promoción de capital
productivo en la economía, se estaba financiando asimismo.
Si aplicamos
una definición amplia respecto al capital productivo, incluyendo avances
tecnológicos, el aumento de la productividad del trabajo, las
infraestructuras públicas y privadas, las innovaciones, y el avance del
conocimiento humano, la tasa de crecimiento del capital productivo se ha
ralentizado. Sin embargo, ha habido una explosión de la innovación
financiera e inversiones especulativas como jamás se había visto antes. (...)
Como afirmó en su momento Richard Koo “hubo un período en la profesión
económica, desde finales de los 80 hasta principios de los 2000, donde
muchos académicos notables intentaron reescribir la historia
argumentando que fue la política monetaria y no la fiscal la que
permitió a los Estados Unidos salir de la Gran Depresión.
Para ello
utilizaron el argumento de que la oferta monetaria se incrementó
significativamente desde 1933 a 1936. Sin embargo, ninguno de estos
académicos se tomó la molestia de mirar que ocurrió en el lado de los
activos de los balances bancarios”. Y de esos barros, estos lodos:
burbujas, deuda, crisis bancaria, contracción del comercio, caída de la
demanda agregada, pobreza… ¡Pura distopía!" (Juan Laborda, Vox Populi, 13/02/16)
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