"(...) Brasil
es un caso típico de derrota de la oposición en elecciones plenamente
reconocidas pese a lo cual la oposición insiste en buscar pretextos para
un impeachment de la presidenta Dilma Rousseff. No han encontrado
ningún argumento real, pero insisten en el intento, como forma de
sangrar al gobierno y de prolongar la inestabilidad política en el país.
Asimismo, no bastaría a la oposición eventualmente derrumbar a la
presidenta con un impeachment, porque en nuevas elecciones el favorito
es Lula. De ahí que parte del golpe blanco sea buscar sacar a Lula de la
disputa electoral, mediante acusaciones igualmente sin fundamento, pero
contando con sectores del sistema judicial que maniobran para forjar
pruebas, con medios al servicio del golpe y con una Policía Federal que
se presta a operaciones brutales de forma arbitraria.
Por ello la defensa de Lula se ha vuelto no sólo la defensa del más
grande líder popular y democrático que Brasil jamás tuvo, sino también
la lucha en contra del golpe blanco y la defensa de la democracia en el
país.
Atacar a Lula es parte de los intentos de golpe blanco. Ellos
necesitan ser derrotados en todos los planos, porque la democracia
brasileña no sobrevivirá con estos agentes de las nuevas dictaduras.
Brasil necesita de líderes legitimados por el apoyo popular, cuya
presencia en la vida política cotidiana fortalece a la democracia y hace
renacer la esperanza de que Brasil pueda retomar la vía del desarrollo
económico con distribución de la renta, que tanto bien hizo al país y a
los brasileños." (Emir Sader, Página 12, en Jaque al neoliberalismo, 15/03/16)
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