"Y va Josemari Aznar y le pega un rapapolvo a Mariano Rajoy por
“relajar la corrección del déficit”. Y le instruye a hacer lo contrario:
“España debe acelerar el proceso de consolidación fiscal”, reduciendo
el gasto público. O como, más claro, dejó escrito: el Gobierno tiene “el
deber” de aplicar “políticas de máxima austeridad” (España puede salir
de la crisis,Planeta).
Más vale reír que llorar. El incumplidor fiscal, el que vocea que
denunciará a Cristóbal Montoro por revelar sus infracciones y sanciones,
el amigo de sobrios de lujo como Rupert Murdoch, Bernie Ecclestone,
Flavio Briatore, Paco Camps, Jaume Matas, Rita Barberá y la tribu
gurtélida-escurialense, dando lecciones de frugalidad. La austeridad
neoliberal empieza siempre por los demás, jamás por nosotros mismos.
Pincha Aznar a Mariano con que la bonanza económica de su tiempo se
debió a esa política; le replican la vice y Luis de Guindos que ellos lo
han hecho mejor. Oculta un factor clave del crecimiento económico bajo
el aznarato: su ley del suelo. Fue esa la que disparó desde 1998 la
burbuja inmobiliaria, bajo el principio de que todo era urbanizable
salvo lo prohibido, y que incubó la Gran Recesión a la española. Pero el
máximo austero lo olvida.
Como, generoso, obvió en las 219 páginas de ese libro siquiera
mencionar a Rodrigo Rato, quien algo tendría que ver con aquella
recuperación. Para nada, el generoso Aznar se autoatribuyó el fugaz
mérito: “El milagro soy yo”, declaró a The Wall Street Journal. Modesta
frase que “era precisamente lo contrario a cualquier planteamientro
egocéntrico”, según nos asegura en El compromiso del poder, su segundo
volumen de desmemorias selectivas.
Cuando las invectivas de estilo Rottenmeier atenazan a Mariano,
asalta a muchos la compasión de minimizar sus fracasos, la pérdida de un
ejercicio presupuestario por culpa de bajar los impuestos para subir
los votos, el patético papelón ante Europa para evitar la multa por
incumplimiento del déficit… Al fin y al cabo, es un tipo apacible que no
suele ofender.
Pero entonces comprueban que les promete en España volver a reducir
impuestos y al tiempo escribe a la Comisión asegurando que una vez pasen
las elecciones volverá a aplicar recortes; qué digo recortes: “nuevas
medidas”. Y se sienten burlados." (Xavier Vidal-Folch, El País, 24/05/16)
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